Este domingo pasado
celebramos el día del Domund, la Jornada
Mundial de las Misiones que une a toda la Iglesia por tanto, nos reunimos para
rezar los misioneros.
En los inicios, los cristianos
anunciaron con valentía lo que habían visto y vivido. Hoy nosotros también
estamos llamados a comunicar, con valentía, a otros lo que experimentamos y
creemos. Con nuestra oración, palabras y modo de vivir, la Buena Noticia ha de
llegar a toda la tierra. La misión no ha terminado aún: la misión nos espera.
Pidamos al Espíritu que nos llene de audacia y creatividad
ABRIR LAS FRONTERAS DE NUESTRO
CORAZÓN
A los que amo yo los reprendo y
corrijo. Sé fervoroso y arrepiéntete. Mira que estoy a la puerta llamando. Si
uno escucha mi llamada y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y
él conmigo. (Ap 3, 19-20)
“A cada uno de nosotros, por el
bautismo, se nos ha confiado la misión de ser testigos valientes en medio de
nuestra vida. Ser valiente significa salir de mis seguridades para encontrarme
con el otro. Ser valiente es dejarme involucrar y comprometer. Ser valiente es
sentirme responsable de la misión hacia los otros. Ser valiente es responder a
la llamada a implicar mi vida.”
Ofrezco mi corazón a Dios y lo
pongo en sus manos para que Él lo ensanche. Me dejo mirar por Él y contemplo su
grandeza.
Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 10, 1-9
En aquel tiempo, designó el
Señor otros setenta y dos y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los
pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y
los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su
mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No
llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si
allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a
vosotros. Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan:
porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa. Si
entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los
enfermos que haya en ella, y decidles: "El reino de Dios ha llegado a
vosotros"». “El que conoce a Cristo encuentra una vida nueva, que lo
libera del egoísmo y es fuente de creatividad en el amor; una vida nueva capaz
de estrechar lazos con los demás e ir en peregrinación hacia los diversos
desiertos y experiencias de sufrimiento, con la esperanza cierta de que con
Dios podemos hacer frente a todo mal. Por ello, uno puede ofrecer su vida con
valentía e ir lejos, a los hermanos, para que gocen de esa misma alegría.”
¿A qué, a dónde se nos está llamando a ir hoy
en día? ¿Cómo puede hacerse nuestra acción de cada día más fecunda?
Levanto el corazón a ti, Señor:
Ayúdame a lanzarme, hazme
valiente.
Muéveme con tu impulso a donde
quieras, Inventa los caminos de mi vida.
Sé que Tú me guiarás, y eso me
basta. Incluso con mis dudas y mis miedos,
Oyendo tu llamada, daré el
salto: No importa nada más, si vas conmigo.
Tu alegría, Señor, será mi
fuerza, Evangelio que es luz para los pobres.
Envíame a anunciar esta Noticia,
Sembrando la ternura y la esperanza Por las mil periferias de este mundo.
En tu misión confío, porque es
tuya. Renueva esta ilusión de darme a todos, Amándote en quien sufre, en mis
hermanos.
Pidamos al Señor, para que nos
ayude en esta tarea
Para que anunciemos con valentía
el Evangelio a todo el mundo, ciertos de que Jesús se convierte en nuestro
contemporáneo y de que quienes lo acogen con fe y amor experimentan la fuerza
transformadora de su Espíritu. Roguemos al Señor.
Para que todos, como Iglesia,
continuemos nuestra misión de Buen Samaritano, curando las heridas sangrantes
de la humanidad, y, a imitación del Buen Pastor, busquemos sin descanso a
quienes se han perdido. Roguemos al Señor.
Por los misioneros y misioneras,
que han dejado valientemente su patria por amor a Cristo, para que sean
testigos del Evangelio y promuevan en todas partes la reconciliación, la
fraternidad y el saber compartir. Roguemos al Señor.
Por los jóvenes que son
esperanza para la misión y que se han dejado fascinar por Jesús, para que, como
dice el Papa, “sean «callejeros de la fe», felices de llevar a Jesucristo a
cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la Tierra”. Roguemos al Señor.
Por nosotros, para que, como
comunidad, sintamos el deseo de salir de nuestras propias fronteras y
seguridades, y remar mar adentro para anunciar el Evangelio a todos. Roguemos
al Señor.
Para terminar un momento de
oración por nuestros misioneros
Protege,
Señor, a tus misioneros, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, que dejan
todo para dar testimonio de tu palabra y de tu amor.
En los
momentos difíciles, sostenlos, consuela sus corazones, y corona su trabajo de
frutos espirituales.
Y que tu
imagen del crucifijo que les acompaña siempre, hable a ellos de heroísmo, de
generosidad, de amor y de paz.
Amén.