
¿OJO POR OJO, O PERDONAR?
Jesús nos trae hoy una Buena Noticia.
Quizá creamos que sabemos mucho sobre él, que hemos oído
muchas veces hechos de su vida, pero su palabra puede sonar de forma distinta
cada día y nos puede dar luz en nuestros problemas.
En ocasiones, nos enfadamos con los demás o incluso podemos
llegar a insultar a aquel que no nos cae bien. Ante esto Jesús nos dice unas
palabras:
“Habéis oído que antes se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por
diente.’ Pero yo os digo: No resistáis a quien os haga algún daño. Al
contrario, si alguien te pega en la mejilla derecha, ofrécele también la
otra. Al que te pida algo, dáselo; y no le vuelvas la espalda a quien te
pida prestado.”
“También habéis oído que antes se dijo: ‘Ama a tu prójimo y
odia a tu enemigo.’ Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por
los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el
cielo, pues él hace que el sol salga sobre malos y buenos, y envía la lluvia
sobre justos e injustos. Porque si amáis solamente a quienes os aman, ¿qué
recompensa tendréis? Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis
de extraordinario?”
Jesús nos ha dejado este mensaje para que lo tengamos en
cuenta en nuestra relación con los demás. Su consejo para que seamos felices es
que no peguemos, que la violencia no lleva a ningún sitio. Dar y ayudar a todo
el que nos pide algo, aunque no nos caiga bien o no le conozcamos. En
definitiva, saludar, querer, compartir con todos, pero empezando con los que
tenemos al lado: con nuestros compañeros de clase. Que Dios nos ayude a decir
sí siempre que alguien nos necesite.
Esta semana en nuestro colegio estamos celebrando el DENIP,
por qué no celebrar también la
SEMANA DE LA PAZ Y LA NO VIOLENCIA ESCOLAR
Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de
guerra, aun siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz verdadera. No hay
verdadera paz si no viene acompañada de equidad, verdad, justicia, y
solidaridad. (Juan Pablo II)
Señor Jesús, tú que guías sabiamente
la historia de tu Iglesia y de las naciones,
escucha ahora nuestra súplica.
la historia de tu Iglesia y de las naciones,
escucha ahora nuestra súplica.
Nuestros idiomas se confunden
como antaño en la torre de Babel.
Somos hijos de un mismo Padre
que tú nos revelaste
y no sabemos ser hermanos,
y el odio siembra más miedo y más muerte.
Danos la paz que promete tu Evangelio,
aquella que el mundo no puede dar.
Enséñanos a construirla como fruto
de la Verdad y de la Justicia.
Escucha la imploración de María Madre
y envíanos tu Espíritu Santo,
para reconciliar en una gran familia
a los corazones y los pueblos.
Venga a nosotros el Reino del Amor,
y confírmanos en la certeza
de que tú estás con nosotros
hasta el fin de los tiempos.
Amén.
CAMBIAR EL MUNDO
Cuando era más joven y mi imaginación no tenía límites,
soñaba con cambiar el mundo.
Según fui haciéndome mayor, pensé que no había modo de
cambiarlo, así que me propuse un objetivo más modesto e intenté cambiar solo mi
país, pero con el tiempo me pareció también imposible.
Cuando llegué a la vejez, me conformé con intentar cambiar a
mi familia, a los más cercanos a mí. Pero tampoco conseguí casi nada.
Ahora, en mi lecho de muerte, de repente he comprendido una
cosa: si hubiera empezado por intentar cambiarme a mí mismo, tal vez mi familia
habría seguido mi ejemplo y habría cambiado, y con su inspiración y aliento
quizá habría sido capaz de cambiar mi país y -quien sabe- tal vez incluso
hubiera podido cambiar el mundo. (Encontrada en la lápida de un obispo
anglicano en la Abadía de Westminster).
Señor, vivimos en un mundo sin paz.
Haz de nosotros personas pacíficas y pacificadoras,
para hacer un mundo mejor.
Señor, que en nuestra clase, en nuestro colegio,
en nuestras familias…
seamos constructores de paz.
El Papa Francisco llama a las nuevas generaciones a no
dejarse arrastrar por ideologías y a no bajar la guardia contra el
antisemitismo y el racismo. Llama a los jóvenes “para que no se dejen arrastrar
por ideologías, para que no justifiquen jamás el mal que encontramos, para que
no bajen la guardia contra el antisemitismo y contra el racismo, vengan de
donde venga”.
BIENAVENTURANZAS PARA LA CONVIVENCIA
Bienaventurados los que a nadie consideran extranjero en
este mundo.
Bienaventurados los que a nadie discriminan ni por la raza
ni por su credo religioso, ni por el sexo, ni por el nivel social, económico o
intelectual.
Bienaventurados los que acogen con los brazos abiertos y
llenos de calor humano a las personas que tienen que huir de las guerras, el
hambre y la miseria.
Bienaventurados los que comprenden y aceptan al otro frente
a la tentación de creerse mejores.
Bienaventurados los que promueven el espíritu de comunidad
frente al individualismo.
Bienaventurados los que en un mundo insolidario
colaboran para implantar la justicia y la solidaridad.
Bienaventurados los que más allá del desconocimiento de
lenguas y culturas aprenden a comunicarse mediante el lenguaje universal del
amor.
Bienaventurados, inmensamente felices seréis, vosotros y
vosotras, cuando abráis vuestro corazón a los demás y acojáis a todos como a
hermanos.
ORACIÓN FINAL
Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.