El Jardín de San Francisco

El Jardín de San Francisco

lunes, 28 de octubre de 2024

 

30 de octubre 2024

Empezamos esta oración recordando que el pasado domingo los franciscanos del mundo celebramos una vez más  el DIA DEL ESPIRITU DE ASIS, un día especial de oración por la Paz, en esta ocasión con el lema En paz con la creación.

 

Nos unimos para recordar el 27 de octubre de 1986 por primera vez en la historia, jefes y representantes de las Iglesias cristianas y Comunidades eclesiales y de las diversas Religiones de todo el mundo se reunieron en Asís, invitados por el Papa, para rezar por la paz. Al mismo tiempo, en casi todas las latitudes del planeta callaron las armas, en respuesta a la llamada para una tregua universal que el mismo Papa había formulado para ese día.

 ¡Paz! Un ideal hecho plegaria en la ciudad de San Francisco,

¡Paz!, un grito religioso que ha subido al cielo y cuyos ecos se han difundido por el orbe entero.

 Tal como decía Juan Pablo II en esa ocasión, nosotros también hoy podemos decir…

 Creador de la naturaleza y del hombre,

de la verdad y de la belleza, elevo ante ti mi oración:

 ESCUCHA MI VOZ… porque es la voz de las víctimas de todas las guerras y de la violencia entre los individuos y entre las naciones;

 ESCUCHA MI VOZ… porque es la voz de los niños que sufren y sufrirán cada vez que los pueblos pongan su confianza en las armas y en la guerra;

 ESCUCHA MI VOZ… cuando te pido que infundas en los corazones de todos los seres humanos la sabiduría de la paz, la fuerza de la justicia y la alegría de la amistad;

 ESCUCHA MI VOZ… porque hablo en nombre de las multitudes de cada país y de cada periodo de la historia que no quiere la guerra y están dispuestos a recorrer el camino de la paz;

 ESCUCHA MI VOZ… y danos la capacidad y la fuerza para poder responder al odio con amor, a la injusticia con dedicación a la justicia, a la necesidad con nuestra propia implicación, a la guerra con la paz.

 Oh DIOS, ESCUCHA MI VOZ… y concede al mundo para siempre Tu paz.

 

 A lo largo de la historia, muchos han sido los que han trabajado e incluso dado su vida por la paz, recordemos ahora algunas de sus palabras:

 La madre Teresa de Calcuta, incansable luchadora por la paz, nos legó su principio: "La paz comienza con una sonrisa" y nos recomendó “No permitas que alguien venga o se aleje sin ser mejor y más feliz”

Juan Pablo II, uno de los papas más queridos de la historia al hablar de la paz dijo: "Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de guerra, aun siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz verdadera. No hay verdadera paz sino viene acompañada de equidad, verdad, justicia, y solidaridad".

Ghandi dijo: "No hay camino para la paz, la paz es el camino".

El Papa Juan XXIII, escribió en “Pacem in terris”, los cuatro requisitos para que reine la paz: Ha de estar fundada sobre la verdad, construida con las normas de la justicia, vivificada e integrada por la caridad y realizada, en fin, con la libertad.

Nuestro padre San Francisco nos dejó escrito “Aconsejo de veras, amonesto y exhorto a mis hermanos en el Señor Jesucristo que, cuando van por el mundo, no litiguen ni contiendan con palabras, ni juzguen a los otros; sino sean apacibles, pacíficos y moderados, mansos y humildes, hablando a todos honestamente, como conviene. Y no deben cabalgar, a no ser que se vean obligados por una manifiesta necesidad o enfermedad. En cualquier casa en que entren, primero digan: Paz a esta casa. Y, según el santo Evangelio, séales lícito comer de todos los manjares que les ofrezcan”.

En el siguiente fragmento del Evangelio de Juan, también se nos invita a ser transmisores de paz: “Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraba los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz con vosotros". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor y Jesús les dijo otra vez: "La paz con vosotros, como el Padre me envió, también yo os envío".

 Oremos al Dios de toda la Humanidad invocándolo como Padre y diciendo:

PADRE, DANOS LA PAZ

Por la Iglesia, para que a ejemplo de Francisco de Asís, sepa construir un mundo más pacífico con un diálogo más abierto y fraterno. PADRE…

 Por todos los miembros de la gran familia franciscana, que unida en la caridad y siguiendo a San Francisco, sepa expresar en la iglesia el testimonio de una auténtica fraternidad. PADRE…

 Por todos nosotros, para que a ejemplo de Francisco de Asís, seamos mediante la oración y en la vida, constructores de paz e instrumentos de reconciliación. PADRE…

 Por todos los hombres, para que cooperen en la creación de un mundo más justo, fraterno y evangélico. PADRE…

 Terminamos nuestra oración de hoy pidiendo al Señor que nos ayude a ser constructores Paz entonando la oración  de San Francisco

  

Señor, haz de mí, un instrumento de tu paz;

donde haya odio, ponga amor;

donde hay ofensa, perdón;

donde hay duda, fe;

donde hay desesperanza, esperanza;

donde hay tinieblas, luz;

donde hay tristeza, alegría.

 

Oh Maestro,

que no me empeñe tanto.

En ser consolado como consolar.

En ser comprendido como comprender.

En ser amado como amar.

Porque dando se recibe.

Perdonando se es perdonado.

Y muriendo a si mismo

se resucita a la vida eterna. AMEN

 

sábado, 19 de octubre de 2024

Oración 23 de octubre 2024

Te adoramos. Oh, Cristo, en todas tus iglesias que hay en el mundo entero y te bendecimos porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

El pasado domingo hemos celebrado el día del Domund, este año bajo el lema de “Id e invitad a todos al banquete”, para empezar este momento de oración reflexionemos sobre estos términos:

Id: Esta palabra implica un movimiento. Lo primero que nos pide el Señor con esta palabra es que no nos quedemos sentados en el sofá́, que nos pongamos en marcha. Hay que ser perseverantes, no vale sólo con ir una vez y rendirse si no conseguimos frutos, sino que hay que ir de manera insistente, sabiendo que quien da las fuerzas para no desanimarse es el propio Jesucristo. 

Invitad: Una vez nos hemos animado a salir para encontrarnos con el prójimo, tenemos que invitarle. El cristianismo no es una imposición, es una propuesta de vida, una propuesta de cambio es la propuesta de Cristo. Debemos ser pacientes, y saber que, aunque "entreguemos la invitación", es Jesús quien realmente invita. ¿Y cuál es la mejor carta de invitación? El amor y la ternura con la que Cristo trataba a los demás. 

Todos: Lo más cómodo es invitar sólo al amigo, al que me cae bien. Dios nos llama a todos a llevar la propuesta del cristianismo a todo el mundo, sin excepción. 

Banquete: Una vez ya estamos en la Eucaristía, el banquete, el papel es acompañar, ¿a quién?, a Cristo y a toda la Iglesia. La Eucaristía es ese banquete en el que todos juntos celebramos que nuestro mejor amigo, Jesucristo, ha entregado su vida por todos nosotros. Pero no se trata de quedarnos sólo en que los demás vayan a la Iglesia, sino que la idea de invitar es mucho más profunda: hay que invitar a abrazar a Cristo, a tener los pies en la tierra, pero la mirada en el Cielo, y no perder nunca de vista el hecho de que hemos nacido para algo más. 

Aunque la teoría la conocemos y nuestra intención es buena, siempre necesitamos apoyarnos en la Palabra de Dios para que nos ilumine a la hora de ponernos en camino…

1.   «El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí» (Mt 18,5).

Para que los fieles cristianos acojamos a todos como lo hizo Jesús...

2.   «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Lc 10,2).

Para que pidamos con confianza el incremento de las vocaciones misioneras...

3.   «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños» (Mt 11,25).

Para que leamos y hagamos nuestro el Mensaje misionero del papa Francisco...

4.   «Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden» (Mt 7,11).

Para que Dios conforte a los enfermos que ofrecen sus sufrimientos por las misiones...

5.   «Los apóstoles le dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. [… ] Decid: “Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”» (Lc 17,5.10).

Para que ofrezcamos los trabajos de este mes por los misioneros, que entregan su vida por el anuncio del Evangelio...

6.   «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38).

Para que los llamados a la vocación misionera respondan que sí a Dios...

7.   «Marta, [...] solo una [cosa] es necesaria. María ha escogido la parte mejor» (Lc 10,41-42).

Para que los misioneros hallen la fortaleza en el encuentro con Dios...

8.   «Cuando oréis, decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino [...]”» (Lc 11,2).

Para que Dios suscite nuevas vocaciones misioneras de entre los laicos... 

9.   «Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá» (Lc 11,9).

Para que pidamos con perseverancia el aumento de las vocaciones misioneras...

10.        «El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama» (Lc 11,23).

Para que los misioneros sean signo y vínculo de unidad entre los cristianos...

11.        «Mejor, bienaventurados los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen» (Lc 11,28).

Para que descubramos que cada vocación misionera es querida por Dios.

12.        «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. [...] Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera» (Mt 11,28.30).

Para que colaboremos con nuestras limosnas en el servicio a los pobres...

13.        «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. [...] El que quiera servirme, que me siga [...]» (Jn 12,24.26).

Para que demos generosamente y, además, nos demos a nosotros mismos...

14.        «¡Poneos en camino! Mirad que os envío [...]. No llevéis bolsa, ni alforja [...]» (Lc 10,3.4).

Para que descubramos que vale más ser y hacer, que tener y acumular...

15.        «El Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir» (Lc 12,12).

Para que comuniquemos a los demás la necesidad de colaborar con las misiones...

16.        «Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor [...] los encuentre en vela» (Lc 12,37).

Para que colaboremos en las actividades de animación misionera en la parroquia...

17.        «Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará» (Lc 12,48). 

Para que transmitamos a los demás la fe que hemos recibido en el bautismo...

18.        «Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar» (Lc 13,8-9).

Para que perseveremos en el servicio misionero e impliquemos a los demás

Y terminamos este momento de oración con la oración del día del DOMUND 

Señor, ¿a quiénes nos falta
por invitar a tu fiesta?
Guía nuestros pasos hacia ellos
e "inspíranos el gesto
y la palabra oportuna",
para que puedan descubrirte
a través de nuestra cercanía, nuestra ternura, nuestra compasión y nuestro anuncio de esperanza. 

Te pedimos de un modo especial
por todos los misioneros y misioneras que te anuncian entre los más pobres. Haz que juntos, ellos y nosotros, apoyados en la oración, pegados a Ti, llevemos incansablemente al mundo tu invitación al Banquete de la fraternidad, al que nos congrega cada domingo
y al que no tendrá́ fin, en el cielo. 

Santa María de la fiesta de bodas, ruega por nosotros. 

Amén. 

 

Oración 10 Octubre 2024

Te adoramos. Oh, Cristo, en todas tus iglesias que hay en el mundo entero y te bendecimos porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 

Un nuevo curso nos encontramos en esta capilla con la intención de dedicar nuestro primer cuarto de hora de la jornada al encuentro con Dios.  Al comenzar las clases  de nuevo se nos presenta el valor franciscano de la Fraternidad, un valor humano y cristiano que intentaremos que viva toda la comunidad educativa.

 

Francisco de Asís consideró a todas las criaturas "hermanas". En 1224 ha perdido las fuerzas, la vista, está perdiendo la voz, está perdiendo la vida. ¿Y qué quiere hacer memorable? ¿Un pensamiento? ¿Una norma? No, un poema. Un texto que une la alabanza al Creador con la alabanza a las criaturas. Lo dicta a los suyos para que lo canten, lo lleven consigo los frailes, lo ofrezcan a sí mismos y al mundo. Hoy, 800 años después, esas palabras siguen siendo un texto-antorcha para pasar de mano en mano por las calles, un texto-respiro para compartir en los momentos buenos y en los difíciles, un himno a la hermandad y fraternidad cósmica, una invitación a reconocer la sinfonía de la creación y el canto que vibra en el corazón de cada uno de nosotros.

 

Resulta iluminador que escribiera las estrofas más hermosas del cántico en medio de una gran crisis: Cuando sus frailes comienzan a dudar del ideal del evangelio y mientras él sufre enfermedad y una ceguera inminente. En medio de esa crisis es capaz de llamar "hermano" al sol, a la luna y a las estrellas -que ya ni ve-, al fuego -con el que le cauterizan los ojos- y a la misma muerte. En esa situación descubre lo que le une al Creador y las Criaturas y se pone a su servicio. 

 

Ahora escucha las notas musicales y la voz de la canción que va a sonar (…)"

 

Escuchemos pues este cántico:

 

Omnipotente altísimo, bondadoso Señor,

tuyas son la alabanza, la gloria y el honor;

tan solo tú eres digno de toda bendición,

y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.

 

Loado seas por toda criatura, mi Señor,

y en especial, loado por el hermano sol,

que alumbra y abre el día, y es bello en su esplendor,

y lleva por los cielos noticia de su autor.

 

Y por la hermana luna, de blanca luz menor,

y las estrellas claras que tu poder creó,

tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son,

y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire, el nublado y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento

 

Y por la hermana agua, preciosa en su candor,

que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor!

por el hermano fuego que alumbra al irse el sol,

y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado, mi Señor!

 

Y por la hermana tierra, que es toda bendición,

la hermana madre tierra que da en toda ocasión

las hierbas y los frutos, y flores de color,

y nos sustenta y rige : ¡loado, mi Señor!

 

Y por los que perdonan y aguantan por tu amor

los males corporales y la tribulación:

¡felices los que sufren en paz con el dolor,

porque les llega el tiempo de la consolación!

 

Y por la hermana muerte: ¡loado, mi Señor!,

ningún viviente escapa de su persecución;

¡ay si en pecado grave sorprende al pecador!

¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!

No probarán la muerte de la condenación.

 

Servidle con ternura y humilde corazón.

Agradeced sus dones, cantad su creación.

¡Las criaturas todas load a mi Señor!

 

En este momento, después de haber oído el cántico vamos a intenar vivirlo: Ahora trasládate con tu imaginación a un lugar de plena naturaleza (…). Vas caminando por una senda estrechita, preciosa (…) el suelo está blandito y notas que tus pies avanzan amortiguando cada paso (…). Te encuentras con un árbol, parece un roble, y tiene una rama que se acerca a ti (…). Dejas colgada en esa rama tu mochila con todos tus problemas, inquietudes, preocupaciones (…). Cuando quieras podrás volver a recuperarla, así que puedes seguir adelante sin ella (…)

 

Sigues caminando y te paras para que el hermano sol te acaricie la cara (…). Te gusta esa sensación de calor, de luminosidad que te hace sentir el astro rey (…) te quedas un ratito disfrutando de ese calorcito en el rostro (…). Ese calor, ese brillo, ese esplendor habla de Dios.

 

Continúas caminando y te encuentras con una pradera, en medio del bosque (…). Te tumbas en la hierba, respiras hondo y notas el césped, y miras las flores, y los arbustos y árboles del bosque, hayas, espinos, acebos, algún roble (…) y das gracias a Dios por la hermana tierra y todos los frutos, coloridas flores y hierbas, que nos regala (…)

 

Oyes el sonido del agua (…). Hay un riachuelo cerquita (…). Hay pájaros también cantando, alegres de tanta belleza primaveral (…). Ellos como tú están disfrutando

del frescor del agua, de su sonido, de su transparencia (…). Disfrutan de ver el agua deslizarse, acomodarse a las rocas, al fondo del río, llenar los recovecos, refrescarlo todo, regarlo todo (…). Gracias Señor por la hermana agua, que es tan útil, tan humilde, tan fresca.

 

El viento te da en la cara, está fresquito, pero es muy agradable (…) vuelves a respirar hondo y agradeces toda la vida que se te da en cada inspiración (…). Miras el cielo, está azul y también hay nubes como algodones que aparecen con formas caprichosas (…) Y te quedas pasmado, pasmada, mirándolas (…) te fijas en cómo el viento las va moviendo y las va transformando (…). Señor gracias por el aire y las nubes y el sereno y todo tiempo (…). “El suelo, el agua, los bosques, todo es caricia de Dios”

 

Te acuerdas de la última noche allí mismo, cómo brillaban las estrellas en el cielo(…). Era un enjambre de lucecitas llenando el firmamento que te dejó boquiabierto(…) ¡Cómo puede haber tantos soles, tantas estrellas a millones de Km!, ¡y podemos verlas desde este pequeñito planeta que es la tierra! ¡Cómo puede el universoser tan grande, casi infinito! ¡Cómo puede ser que estemos recibiendo la luz de estrellas que ya no existen! (…) Alabado seas mi Señor, por la luna y las estrellas.

 

Me vienen a la cabeza todas las personas que son capaces de perdonar (…). Todas aquellas que no me han tenido en cuenta una mala jugada que les he hecho(…). Doy gracias porque mis padres más de una vez lo han hecho (…). Los que son capaces de perdonar regeneran el mundo, hacen posible que un nuevo comienzo se dé, aún en los que más metemos la pata (…). 

Gracias Señor por los que sufren enfermedad y persecución, y lo viven en paz, descansando en tu amor.

 

En este curso que empieza recordemos quienes son nuestros hermanos que nos ayudan en el camino: Compañeros atentos del claustro, padres y madres generosos, religiosos entregados, chavales solidarios, voluntarios de nuestra prejufra..., hermanos y hermanas que, llevando la misma cruz, no reniegan de ella, sino que la afrontan con realismo e incluso nos toman de la mano para avanzar juntos por el camino.