Te adoramos. Oh, Cristo, en todas tus iglesias que hay en el mundo entero y te bendecimos porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Un nuevo curso nos encontramos en esta capilla con la intención de dedicar nuestro primer cuarto de hora de la jornada al encuentro con Dios. Al comenzar las clases de nuevo se nos presenta el valor franciscano de la Fraternidad, un valor humano y cristiano que intentaremos que viva toda la comunidad educativa.
Francisco de Asís consideró a todas las criaturas "hermanas". En 1224 ha perdido las fuerzas, la vista, está perdiendo la voz, está perdiendo la vida. ¿Y qué quiere hacer memorable? ¿Un pensamiento? ¿Una norma? No, un poema. Un texto que une la alabanza al Creador con la alabanza a las criaturas. Lo dicta a los suyos para que lo canten, lo lleven consigo los frailes, lo ofrezcan a sí mismos y al mundo. Hoy, 800 años después, esas palabras siguen siendo un texto-antorcha para pasar de mano en mano por las calles, un texto-respiro para compartir en los momentos buenos y en los difíciles, un himno a la hermandad y fraternidad cósmica, una invitación a reconocer la sinfonía de la creación y el canto que vibra en el corazón de cada uno de nosotros.
Resulta iluminador que escribiera las estrofas más hermosas del cántico en medio de una gran crisis: Cuando sus frailes comienzan a dudar del ideal del evangelio y mientras él sufre enfermedad y una ceguera inminente. En medio de esa crisis es capaz de llamar "hermano" al sol, a la luna y a las estrellas -que ya ni ve-, al fuego -con el que le cauterizan los ojos- y a la misma muerte. En esa situación descubre lo que le une al Creador y las Criaturas y se pone a su servicio.
Ahora escucha las notas musicales y la voz de la canción que va a sonar (…)"
Escuchemos pues este cántico:
Omnipotente altísimo, bondadoso Señor,
tuyas son la alabanza, la gloria y el honor;
tan solo tú eres digno de toda bendición,
y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.
Loado seas por toda criatura, mi Señor,
y en especial, loado por el hermano sol,
que alumbra y abre el día, y es bello en su esplendor,
y lleva por los cielos noticia de su autor.
Y por la hermana luna, de blanca luz menor,
y las estrellas claras que tu poder creó,
tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son,
y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire, el nublado y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento
Y por la hermana agua, preciosa en su candor,
que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor!
por el hermano fuego que alumbra al irse el sol,
y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado, mi Señor!
Y por la hermana tierra, que es toda bendición,
la hermana madre tierra que da en toda ocasión
las hierbas y los frutos, y flores de color,
y nos sustenta y rige : ¡loado, mi Señor!
Y por los que perdonan y aguantan por tu amor
los males corporales y la tribulación:
¡felices los que sufren en paz con el dolor,
porque les llega el tiempo de la consolación!
Y por la hermana muerte: ¡loado, mi Señor!,
ningún viviente escapa de su persecución;
¡ay si en pecado grave sorprende al pecador!
¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!
No probarán la muerte de la condenación.
Servidle con ternura y humilde corazón.
Agradeced sus dones, cantad su creación.
¡Las criaturas todas load a mi Señor!
En este momento, después de haber oído el cántico vamos a intenar vivirlo: Ahora trasládate con tu imaginación a un lugar de plena naturaleza (…). Vas caminando por una senda estrechita, preciosa (…) el suelo está blandito y notas que tus pies avanzan amortiguando cada paso (…). Te encuentras con un árbol, parece un roble, y tiene una rama que se acerca a ti (…). Dejas colgada en esa rama tu mochila con todos tus problemas, inquietudes, preocupaciones (…). Cuando quieras podrás volver a recuperarla, así que puedes seguir adelante sin ella (…)
Sigues caminando y te paras para que el hermano sol te acaricie la cara (…). Te gusta esa sensación de calor, de luminosidad que te hace sentir el astro rey (…) te quedas un ratito disfrutando de ese calorcito en el rostro (…). Ese calor, ese brillo, ese esplendor habla de Dios.
Continúas caminando y te encuentras con una pradera, en medio del bosque (…). Te tumbas en la hierba, respiras hondo y notas el césped, y miras las flores, y los arbustos y árboles del bosque, hayas, espinos, acebos, algún roble (…) y das gracias a Dios por la hermana tierra y todos los frutos, coloridas flores y hierbas, que nos regala (…)
Oyes el sonido del agua (…). Hay un riachuelo cerquita (…). Hay pájaros también cantando, alegres de tanta belleza primaveral (…). Ellos como tú están disfrutando
del frescor del agua, de su sonido, de su transparencia (…). Disfrutan de ver el agua deslizarse, acomodarse a las rocas, al fondo del río, llenar los recovecos, refrescarlo todo, regarlo todo (…). Gracias Señor por la hermana agua, que es tan útil, tan humilde, tan fresca.
El viento te da en la cara, está fresquito, pero es muy agradable (…) vuelves a respirar hondo y agradeces toda la vida que se te da en cada inspiración (…). Miras el cielo, está azul y también hay nubes como algodones que aparecen con formas caprichosas (…) Y te quedas pasmado, pasmada, mirándolas (…) te fijas en cómo el viento las va moviendo y las va transformando (…). Señor gracias por el aire y las nubes y el sereno y todo tiempo (…). “El suelo, el agua, los bosques, todo es caricia de Dios”
Te acuerdas de la última noche allí mismo, cómo brillaban las estrellas en el cielo(…). Era un enjambre de lucecitas llenando el firmamento que te dejó boquiabierto(…) ¡Cómo puede haber tantos soles, tantas estrellas a millones de Km!, ¡y podemos verlas desde este pequeñito planeta que es la tierra! ¡Cómo puede el universoser tan grande, casi infinito! ¡Cómo puede ser que estemos recibiendo la luz de estrellas que ya no existen! (…) Alabado seas mi Señor, por la luna y las estrellas.
Me vienen a la cabeza todas las personas que son capaces de perdonar (…). Todas aquellas que no me han tenido en cuenta una mala jugada que les he hecho(…). Doy gracias porque mis padres más de una vez lo han hecho (…). Los que son capaces de perdonar regeneran el mundo, hacen posible que un nuevo comienzo se dé, aún en los que más metemos la pata (…).
Gracias Señor por los que sufren enfermedad y persecución, y lo viven en paz, descansando en tu amor.
En este curso que empieza recordemos quienes son nuestros hermanos que nos ayudan en el camino: Compañeros atentos del claustro, padres y madres generosos, religiosos entregados, chavales solidarios, voluntarios de nuestra prejufra..., hermanos y hermanas que, llevando la misma cruz, no reniegan de ella, sino que la afrontan con realismo e incluso nos toman de la mano para avanzar juntos por el camino.