El Jardín de San Francisco

El Jardín de San Francisco

lunes, 25 de noviembre de 2024

 


Hoy toda la familia franciscana recuerda al Beato Raimundo Lulio del cual lleva el nombre nuestro colegio. Nació en Palma de Mallorca, de noble linaje, y fue educado según la vida cortesana. Después de experimentar las vanidades del mundo, deseoso de revestirse del hombre nuevo, determinó llevar una vida nueva. Convertido al Señor, renunció a sus bienes e ingresó en la Tercera Orden Franciscana, una vez que hubo renunciado a todos los bienes terrenos, sólo por una cosa suspiraba: cómo podría contribuir a la salvación de las almas y a la extensión del reino de Jesucristo.

Nosotros también queremos colaborar con nuestra vida a la extensión del  Reino de Dios y para ello necesitamos contar con el siguiente kit de supervivencia

·         UNA  BIBLIA: No basta con utilizarla como libro de texto. Más bien debe convertirse en manantial de agua fresca al que acudir frecuentemente para saciar tu sed. De manera que vayas embriagándote y los que están a tu lado conozcan a través de ti la Palabra de Dios hecha vida.

·         UN RELOJ SIN AGUJAS: La búsqueda, amigo, no conoce horarios. No son los 50 minutos o las cuatro horas que pasas al lado de tus alumnos o tus compañeros, debes buscar las 24 horas del día. Ah, y cuando llegues a casa con la sensación de que has perdido el tiempo..., no desesperes, ¡es una buena señal!

·         SEMILLAS: No quieras ver los frutos inmediatamente. En la mayoría de los casos tú sembrarás y serán otros los que recojan. De momento confórmate con pequeños frutos: una sonrisa, un saludo, un gesto agradecido.

·         UNA TOALLITA DESMAQUILLANTE: Hábla los demás con tu vida. Deja a un lado las largas peroratas y los sabios consejos. Para convencer no basta con tu poder de elocuencia. Muéstrate tal y como eres, sin caretas. Si lo que haces es auténtico, no te quepa ninguna duda de que tus compañeros y alumnos “te plagiarán”.

·         UN PIN DE UN MONIGOTE GRACIOSO: Arroja tus cabreos y tristezas antes de entrar en contacto con tus compañeros y alumnos. En una sociedad donde les vendemos con tanta facilidad “felicidad de la barata”, las decepciones son huésped permanente en la vida de muchos. La alegría franciscana, debe convertirse en un virus de difícil curación.

·         UNA AGENDA CON LAS DIRECCIONES Y TELÉFONOS DE TUS COMPAÑEROS Y ALUMNOS: No te conformes con transmitirles todo lo que sabes...En un mundo que avanza a pasos agigantados, muy pronto podrá sustituirte una máquina. Dios les ha puesto en tu camino: que sus problemas, sus proyectos e ilusiones sean también tuyos. Métete en sus vidas aunque incordies.

·         UN Nº 7 BORDADO EN TU CAMISA: “Setenta veces siete”: no lo olvides nunca. Si eres capaz de llevar a cabo esta frase lograrás acercar kilómetros y kilómetros el Reino de Dios. Introduce en tu vocabulario el perdón, “lo siento”, “me he equivocado”.

·         PIEZAS DE UN PUZZLE: No te conformes nunca con la tarea hecha. Eso sí, siéntete orgulloso, pero jamás creas que el trabajo está acabado. Cada día es una oportunidad para avanzar un poco más.

·         UNA VELA: Un buen examen de conciencia para un cristiano es aquel en el que no sólo se pregunta por lo que se ha hecho o se ha dejado de hacer... Cada día habla a Dios de cada uno de tus compañeros y amigos, preséntale sus vidas... y deja que Dios te ilumine.

Si consigo saber utilizar este kit, podré mostrarte Señor, al que tengo a mi lado. Pero me encuentro con muchas dificultades, no siempre eres tú mi tesoro, Señor. No siempre te tengo en el centro de mi vida. sin embargo, quiero luchar para optar cada vez más por ti. Quiero descubrirte y tenerte como el único y más preciado tesoro de mi vida.

QUIERO SEGUIRTE, SEÑOR

No siempre eres tú mi Señor. Las riquezas, el tener, el consumo... me atraen demasiado y me acostumbran a lo cómodo, lo fácil. Sé que seguirte exige sacrificio, que dejarme llevar por esos señores me alejará irremediablemente de ti. Quiero ser libre y tenerte como único Señor.

QUIERO SEGUIRTE, SEÑOR

Las preocupaciones de la vida diaria me quitan mucho tiempo para dedicarme a ti. Prefiero los estudios, el trabajo, los momentos de diversión, de descanso... Los prefiero a estar un rato contigo. Pero he descubierto que mi única preocupación debes ser tú.

QUIERO SEGUIRTE, SEÑOR

Cuántas veces se me va la lengua, Señor. Cuántas veces critico y destruyo a las personas con el veneno de mis juicios. Quiero dejar la crítica y la condenación. Quiero salvar a las personas, quiero luchar por ellas, quiero amar en vez de condenar.

QUIERO SEGUIRTE, SENOR

Quiero seguirte por el camino que me pidas. Si deseas que forme una familia cristiana la formaré; si me pides que me consagre para seguirte más fielmente desde la vida religiosa, lo haré.

QUIERO SEGUIRTE, SEÑOR

Quiero amar, Señor. Quiero pensar en los demás. Quiero que los que me rodean se sientan queridos por mí y felices por lo que hago. Quiero sembrar felicidad por donde vaya.

QUIERO SEGUIRTE, SEÑOR

Quiero seguirte, Señor, en medio de este mundo;

quiero seguirte en medio de tantas dificultades,

en medio de una sociedad que pasa cada vez más de ti;

en medio de tanta gente que, sin saberlo,

está hambrienta y necesitada

de algo que la llene de verdad.


Quiero seguirte, Señor,

porque sé que me necesitas para crear un mundo

en donde reine cada vez más la justicia, el amor y la paz;

un mundo donde todos

se puedan llamar algún día hermanos de verdad;

un mundo donde todos te reconozcan y se acerquen de nuevo a ti;

un mundo donde la única ley sea amarnos como tú nos amaste.

 

Hoy, Señor, quiero renovar mi opción por ti.

Quiero decirte que sigues siendo importante en mi vida,

que te necesito.

Quiero decirte que sin ti estaría perdido y desorientado

porque tú eres luz para mis ojos y calor para mi alma.

 

Sé, Señor, que tenerte en el centro de mi vida no es fácil,

que las dificultades afloraran sin yo buscarlas.

Algunas veces serán los que me rodean

que me invitarán a dejarte;

otras será mi pereza, mi comodidad, mi orgullo, mi «yo».

 

A pesar de todo, quiero lanzarme en el vacío,

quiero apostar por ti.

Porque sé que sólo quien apuesta en esta vida

es capaz de ganar algo;

porque sé que seguirte es hacer un ejercicio de confianza total

y yo estoy dispuesto a realizarlo,

porque tú no me vas a defraudar.

 

Enséñanos, Señor,

el valor de lo sencillo,

el valor de los pequeños detalles.

Que no pensemos hacer grandes

cosas el día de mañana,

descuidando las pequeñas cosas

que podemos hacer hoy.

 

Queremos prestar atención

a los que nos rodean,

sobre todo a los que pasan

alguna necesidad.

 

Ayúdanos a comprometernos

con los que están más cerca:

la familia, los amigos,

los compañeros de clase,…  .

AMÉN