El Jardín de San Francisco

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viernes, 17 de enero de 2025

 ORACION 22 DE ENERO


Te adoramos. Oh, Cristo, en todas tus iglesias que hay en el mundo entero y te bendecimos pues por tu santa cruz redimiste al mundo. 

Un miércoles más reunimos para rezar juntos. Dicen que rezar cambia las cosas, pero ¿es REALMENTE cierto que cambia algo?

¿Rezar cambia tu situación presente o tus circunstancias? No, no siempre, pero cambia el modo en el que ves esos acontecimientos.

¿Rezar cambia tu futuro económico ? No, no siempre, pero cambia el modo en que buscas atender tus necesidades diarias.

¿Rezar cambia corazones o el cuerpo dolorido? No, no siempre, pero cambia tu energía interior.

¿Rezar cambia tu querer y tus deseos? No, no siempre, pero cambiará tu querer por el querer de Dios.

¿Rezar cambia cómo el mundo? No, no siempre, pero cambiará los ojos con los que ves el mundo.

¿Rezar cambia tus culpas del pasado? No, no siempre, pero cambiará tu esperanza en el futuro.

¿Rezar cambia a la gente a tu alrededor? No, no siempre, pero te cambiará a ti, pues el problema no está siempre en otros.

¿Rezar cambia tu vida de un modo que no puedes explicar? Ah, sí, siempre. Y ésto te cambiará totalmente.

Entonces, ¿rezar REALMENTE cambia ALGO? Sí, REALMENTE cambia TODO. Recemos pues juntos y dirijámonos al Padre, al hijo y al Espíritu Santo

Señor, dame en el día de hoy fe para seguir adelante,
grandeza de espíritu para perdonar,
paciencia para comprender y esperar,
voluntad para no caer.

Señor, te pido fuerza para levantarme si caído estoy.
Ruego me des amor para dar.
Dame lo que necesito y no lo que quiero,
elocuencia para decir lo que debo decir,
Haz que yo sea mejor ejemplo para mis compañeros.
Haz que yo sea mejor amigo de mis amigos.
Haz de mi un instrumento de tu voluntad.

Señor, hazme fuerte para recibir los golpes que me da la vida,
déjame saber qué es lo que tú quieres de mi.
Déjame tu paz para que la comparta con quien no la tenga,
Y por último, anda conmigo y déjame saber que así es.

Señor, tanto si me respondes o no lo haces,
seguiré invocándote,
invocándote sin cesar,
bajo los cielos de mi reiterativa oración.

Tanto si vienes como si no te siento,
confiaré de que te acercas cada vez más a mi

en cuanto perciba un gesto de amor al corazón.


Tanto si hablas como si no,
no me cansaré de implorarte.
Aunque no me des la respuesta que espero,
no dudaré de que, de un modo u otro,
te estarás dirigiéndote a mí.

En la oscuridad más profunda de mi oración
sabré que juego a la escondida con Vos.

Y en medio de la danza de mi vida,
de la enfermedad y de la muerte,
sé que si sigo invocándote,
sin caer en la desconfianza
por tu aparente silencio,
me regalarás la respuesta.


No tienes manos Jesús.
Tienes sólo nuestras manos
para construir un mundo donde reine la justicia.

Jesús, no tienes pies.
Tienes sólo nuestros pies
para poner en marcha la libertad y el amor.

Jesús, no tienes labios.
Tienes sólo nuestros labios
para anunciar al mundo la Buena Noticia de los pobres.

Jesús, no tienes medios.
Tienes sólo nuestra acción
para lograr que todos seamos hermanos.

Jesús, nosotros somos tu Evangelio,
el único Evangelio que la gente puede leer,
si nuestras vidas son obras y palabras eficaces.

Jesús, danos tu amor y tu fuerza
para abrazar y continuar tu causa
para darte a conocer a todos cuantos podamos

Ven Espíritu Santo, y enséñame a esperar.
Porque las cosas que deseo no llegan rápidamente, enséñame a esperar.
Porque no puedo pretender que los demás cambien de un día para el otro, enséñame a esperar.
Porque yo mismo voy cambiando muy lentamente, enséñame a esperar.
Porque la vida tiene sus estaciones y todo llega a su tiempo, enséñame a esperar.
Para que acepte que no estoy en el cielo sino en la tierra, enséñame a esperar.
Para que no le exija a este día lo que no me pueda dar, enséñame a esperar.
Para que reconozca que el mundo no puede estar a mi servicio, enséñame a esperar.


Ven Espíritu Santo, y enséñame a aceptar que muchas cosas se postergan, para que valore lo que la vida me propone ahora, aunque sea pequeño, aunque parezca poco, ven Espíritu Santo, enséñame a esperar.

Espíritu Santo, fuente inagotable de todo lo que existe, hoy quiero darte gracias.

Gracias ante todo por la vida, porque respiro, me muevo, siento cosas,
mi cuerpo funciona, mi corazón late. Hay vida en mí.

Gracias porque a través de mi piel y mis sentidos puedo tomar contacto con los seres que has creado. Porque el aire roza mi piel, siento el calor y el frío, percibo el contacto con las cosas que toco.

Gracias porque mi pequeño mundo está repleto de maravillas que no alcanzo a descubrir.

Gracias porque tu amor me llega cada día.
Me rodeas y me envuelves con tu luz.

Gracias porque estás conmigo en todo lo que me pasa, para que pueda aprender algo de cada cosa que me suceda.

Gracias porque quieres transformar todo mi ser con tu vida divina.

Gracias porque cada día es una novedad, porque siempre hay nuevos signos de tu amor, porque siempre me invitas a algo más y siempre me llamas a volver a empezar.

¡Gracias Espíritu Santo!  Amén.