El Jardín de San Francisco

El Jardín de San Francisco

martes, 1 de abril de 2025

 ORACIÓN DEL 1 DE ABRIL


Te adoramos. Oh, Cristo, en todas tus iglesias que hay en el mundo entero y te bendecimos pues por tu santa cruz redimiste al mundo.


Estamos en la cuarta semana de cuaresma

¡Danos, Señor, otra oportunidad!,

otra posibilidad de convertirnos,

otra ocasión de empezar de nuevo.

Ya sé que hay días en que tienes motivos

para desesperar de nuestra tierra.

 

Hace ya veinte siglos que tu Palabra se hizo carne:

¡veinte siglos en los que no has dejado de gritamos:

«Convertíos y creed la Buena Noticia»!

Y nosotros seguimos agrediéndonos y haciéndonos sufrir mutuamente,

inventando armas cada vez más perfectas para matarnos unos a otros,

explotando las riquezas de la tierra sin ser capaces de compartirlas,

dejando que millones de seres humanos mueran de hambre,

ignorando la soledad de nuestro vecino...

 

Más de veinte siglos llevas tú enviando a cada generación

profetas que griten en nuestro desierto:

«¡Dad frutos que den fe de vuestra conversión!».

Y nada parece cambiar bajo el sol...

 

Sé muy bien, Señor, que tendrías razones de sobra

para impacientarte y montar en cólera...

Pero escucha el clamor de tu Hijo Jesús,

la oración de todos los santos, los de ayer y los de hoy,

que te piden una nueva oportunidad para salvar a nuestra pobre tierra:

¡Padre, tú que eres lento a la cólera y rico en amor,

ten piedad de tu pueblo; sé paciente un año más!

 

Señor, si hay algo que tengo claro en mi vida,

es que quiero seguirte.

Pero he de reconocer

que muchas veces el camino no es fácil:

Necesito que me ayuden a ser consciente

de que seguirte implica pasar cuarenta días de desierto como tú hiciste...

Necesito que me laven los pies, que me preparen un trozo de madera

con el que parezca que estoy abrazando tu cruz,

necesito música y fiesta para sentir la verdadera alegría de tu Resurrección...

Necesito que me inviten “a no cenar” una noche

para concienciarme de que muchos de tus hijos

siguen muriendo de hambre...

Necesito vivir un gran problema

para darme cuenta de que un examen no es el fin del mundo...

Necesito que hagan unas convivencias

para poder hacer un hueco y encontrarme contigo...

Haz, Señor, que todo esto

no se convierta en cruces de desconfianza.

Que sea capaz de esperarte

con mi corazón y mis manos rebosantes de ESPERANZA,

que sea capaz de salir a tu encuentro por mi mismo,

sin que sea necesario que los demás me empujen a ello.

 

Dispuestos a vivir plenamente esta Cuaresma que está a punto de terminar, reflexionamos sobre las BIENAVENTURANZAS CUARESMALES

 

Felices quienes recorren el camino cuaresmal con una sonrisa en el rostro y sienten cómo brota de su corazón un sentimiento de alegría incontenible.

Felices quienes durante el tiempo de Cuaresma, y en su vida diaria, practican el ayuno del consumismo, de los programas basura de la televisión, de las críticas, de la indiferencia.

Felices quienes intentan en la cotidianidad ir suavizando su corazón de piedra, para dar paso a la sensibilidad, la ternura, la compasión, la indignación teñida de propuestas.

Felices quienes creen que el perdón, en todos los ámbitos, es uno de los ejes centrales en la puesta en práctica del Evangelio de Jesús, para conseguir un mundo reconciliado.

Felices quienes se aíslan de tanto ruido e información vertiginosa, y hacen un espacio en el desierto de su corazón para que el silencio se transforme en soledad sonora.

Felices quienes recuerdan la promesa de su buen Padre y Madre Dios, quienes renuevan a cada momento su alianza de cercanía y presencia alentadora hacia todo el género humano.

Felices quienes cierran la puerta a los agoreros, a la tristeza y al desencanto, y abren todas las ventanas de su casa al sol de la ilusión, del encanto, de la belleza, de la solidaridad.

Felices quienes emplean sus manos, su mente, sus pies en el servicio gozoso de los demás, quienes más allá de todas las crisis, mantienen, ofrecen y practican la esperanza de la resurrección a todos los desvalidos, marginados y oprimidos del mundo. Entonces sí que habrá brotado la flor de la Pascua al final de un gozoso sendero cuaresmal.

Dichosos los pobres “de cartera y de espíritu,” los que, a pesar de que llegar a fin de mes os cueste sudor, lágrimas y demasiadas horas extras, ayunáis de vuestro ego y compartís con los demás lo poco (cartera) o lo mucho (corazón) que tenéis.

Dichosos los que tenéis hambre de justicia, de paz, de fraternidad, y sois capaces de ayunar y poner a dieta a vuestros corazones del menú tan típico de las sociedades desarrolladas: “indiferencia rebozada con conformismo,” todo ello regado con “un buen vino de apatía.”

Dichosos los que ahora lloráis a las puertas de un mundo que os da con ellas una y otra vez en las narices, y sin embargo sois capaces de ayunar de las quejas, de la venganza y, sobre todo y lo más importante, de arrojar la toalla y daros media vuelta.

Dichosos seréis cuando vuestros mismos hermanos os obliguen, un día sí y otro también, a ayunar de un trabajo digno, de una tierra habitable, de una mano amiga, y lo soportéis y lo llevéis adelante en mi nombre...

Pero ay de vosotros, los ricos, que empacháis vuestras conciencias con el único ingrediente que nunca falta en vuestras mesas: la indiferencia.

Ay de los que hacéis la digestión tumbándoos a la bartola haciendo zapping con vuestro corazón, para no ver ni sentir a vuestros hermanos más pobres, más necesitados...

Ay de los que llenáis todos los días el carrito de la compra con silencios cómplices, sonrisas crueles, conciencias adormecidas...

Y ay, cuando vuestra gente brinde por vosotros y os invite a sus suculentas mesas, no sin antes desplegaros “la alfombra de los hombres de bien” para que no os extraviéis, no sea que acabéis en “alguna tasca” donde nadie os reconozca y... ¡menudo plan! no os dejen ocupar la mesa presidencial...

Así que de vosotros depende, amigos. El menú está servido.

Si al finalizar esta Cuaresma llegáis con el corazón pesaroso, no acudáis a ningún dietista; la causa no es otra que una excesiva ingesta de calorías con un alto contenido en insolidaridad, indiferencia e intolerancia.

Si, por el contrario, os presentáis con un corazón 10 en solidaridad, en amor y en compromiso, alegraos y disfrutad del Menú Pascual: Cristo resucitará en cada uno de vuestros corazones y saciará, y con creces, vuestra hambre de felicidad.

 


martes, 25 de marzo de 2025

 ORACIÓN DEL 26 DE MARZO

Omnipotente, Altísimo, Bondadoso Señor.

Un año más nos invitas a recorrer el camino hacia la Pascua.

Soy consciente de que, tal vez, me encuentres con las mismas dudas

e inquietudes que el año pasado.

 

Alto y glorioso Dios, perdóname,

porque muchas veces pretendo orar y siempre encuentro mil excusas.

Sin embargo, tú, Padre, siempre estás allí, a mi lado, en lo escondido;

sales a mi encuentro cuando estoy decaído

y por eso, quiero recuperar las ganas de estar junto a ti.

 

Para San Francisco de Asís, cuyo ejemplo queremos seguir,  la oración y el ayuno tienen un lugar muy especial. El sentía  la necesidad de lo que llamamos “ratos fuertes de oración y de una experiencia del desierto” (Charles de Foucault). Su inserción en Dios era tan fuerte y profunda, que era un hombre hecho oración.

 

San Francisco no se contenta con vivir la Cuaresma convocada por la Iglesia, que inicia el Miércoles de Ceniza hasta la Semana Santa en preparación a la Pascua. Creó también la Cuaresma de Adviento, en preparación a la Navidad, que va de la fiesta de todos los Santos a la vigilia de la Natividad del Señor. Estas dos las quería obligatorias para todos sus frailes. Pero, además, San Francisco personalmente hace otras tres: La que comenzaba en la Epifanía y prolongaba durante cuarenta días. La cuaresma dedicada a los santos Pedro y Pablo, que iniciaba el 29 de junio y concluía la fiesta de la Asunción y la cuaresma en honor a San Miguel, del 15 de agosto al 29 de Septiembre.

 

Tenemos así las cinco cuaresmas de San Francisco durante el año: esto quiere decir que cerca de doscientos días él pasaba cada año en soledad, orando y mortificándose; apartado de las personas, solo con Dios. Empleando así dos tercios de su tiempo a la contemplación y a la oración.

 

De las florecillas de San Francisco

 

“Al verdadero siervo de Dios San Francisco, ya que en ciertas cosas fue como un segundo Cristo dado al mundo para la salvación de los pueblos, quiso Dios Padre hacerlo, en muchos aspectos de su vida, conforme y semejante a su Hijo Jesucristo, como aparece en el venerable colegio de los doce compañeros, y en el admirable misterio de las sagradas llagas, y en el ayuno continuo de la santa cuaresma, que realizó de la manera siguiente:

 

Hallándose en cierta ocasión San Francisco, el último día de carnaval, junto al lago de Perusa en casa de un devoto suyo, donde había pasado la noche, sintió la inspiración de Dios de ir a pasar la cuaresma en una isla de dicho lago. Rogó, pues, San Francisco a este devoto suyo, por amor de Cristo, que le llevase en su barca a una isla del lago totalmente deshabitado y que lo hiciese en la noche del miércoles de ceniza, sin que nadie se diese cuenta. Así lo hizo puntualmente el hombre por la gran devoción que profesaba a San Francisco, y le llevó a dicha isla. San Francisco no llevó consigo más que dos panecillos. Llegados a la isla, al dejarlo el amigo para volverse a casa, San Francisco le pidió encarecidamente que no descubriese a nadie su paradero y que no volviese a recogerlo hasta el día del jueves santo. Y con esto partió, quedando solo San Francisco.

Como no había allí habitación alguna donde guarecerse, se adentro en una espesura muy tupida, donde las zarzas y los arbustos formaban una especie de cabaña, a modo de camada; y en este sitio se puso a orar y a contemplar las cosas celestiales. Allí se estuvo toda la cuaresma sin comer otra cosa que la mitad de uno de aquellos panecillos, como pudo comprobar el día de jueves santo aquel mismo amigo al ir a recogerlo; de los dos panes halló uno entero y la mitad del otro. Se cree que San Francisco lo comió por respeto al ayuno de Cristo bendito, que ayunó cuarenta días y cuarenta noches, sin tomar alimento alguno material. Así, comiendo aquel medio pan, alejó de si el veneno de la vanagloria, y ayunó, a ejemplo de Cristo, cuarenta días y cuarenta noches.

Más tarde, en aquel lugar donde San Francisco había hecho tan admirable abstinencia, Dios realizó, por sus méritos, muchos milagros, por lo cual la gente comenzó a construir casas y a vivir allí.

En poco tiempo se formó una aldea buena y grande. Allí hay un convento de los hermanos que se llama el convento de la Isla. Todavía hoy los hombres y las mujeres de esa aldea veneran con gran devoción aquel lugar en que San Francisco pasó dicha cuaresma.”

 

San Francisco nos dio un gran ejemplo. Nos ha enseñado el camino que lo condujo a hacer la experiencia del infinito amor de Dios. También yo intento, como él, vaciarme totalmente para escuchar tu Palabra. Y en ese silencio, intento entender el verdadero significado de estos cuarenta días.

 

La Cuaresma que Dios quiere

 

Que no me considere dueño de nada, sino humilde administrador.
Que no me gloríe de mis talentos, sino que con ellos edifique a los demás.
Que no me crea santo o me crea algo, porque santo y grande es sólo Dios.
Que no me deprima ni me acobarde, porque Dios es mi victoria.
Que aprecie el valor de las cosas sencillas.
Que viva el tiempo presente, sin tantos miedos y añoranzas.
Que esté abierto siempre a la esperanza.
Que ame la vida y la defienda.

EL AYUNO que Dios quiere

 

Que no haga gastos superfluos.
Que prefiera pasar yo necesidad antes que la padezca el hermano.
Que ofrezca mi tiempo al que lo pida.
Que prefiera servir a ser servido.
Que tenga hambre y sed de justicia.
Que me comprometa en la lucha contra toda marginación.
Que vea en el pobre y en el que sufre un sacramento de Cristo.
Que espere cada día una nueva humanidad.

 

LA ABSTINENCIA que Dios quiere

 

Que no sea esclavo del consumo ni de las modas.
Que no sea esclavo de ninguna adicción que tan fácilmente nos ofrece esta sociedad.

Que me abstenga de toda violencia.
Que respete a todo ser vivo.
Que me abstenga de palabras necias que puedan molestar a los que a mi lado están.
Que me alimente de la palabra de Dios.

Que realmente sepa reconciliarme con el que hace tiempo he dejado de hablarme.
Que tome asiduamente la carne y sangre de Cristo.

 

Reflexionemos juntos ante el siguiente decálogo de cuaresma:

 

Cuaresma, tiempo de centramos en lo esencial de la vida cristiana. Aunque preocupados por las propias necesidades humanas vitales, hemos de saber convertir a Jesucristo, demasiado a menudo marginal y marginado, en el centro de nuestra vida.

 

Cuaresma, tiempo, pues, de esfuerzo para conocer mejor al Señor e identificamos con su Evangelio. Aquel que ya conocemos y amamos, haciéndolo más vida de nuestra vida.

 

Cuaresma, tiempo, por tanto, de profundización en el contacto con la Sagrada Escritura. Esta Biblia que nos es proclamada en la asamblea, pero que cada uno acoge según el ritmo de fe personal, también pide ser leída individualmente.

 

Cuaresma, tiempo de acercamiento más intenso a las fuentes de la gracia, representadas por la penitencia y la Eucaristía. Como pecadores perdonados hemos de acoger todas las oportunidades que Dios nos ofrece de su misericordia.

 

Cuaresma, tiempo de revivir el Bautismo, quizá ya lejano en el tiempo, pero que es el punto de partida de nuestra filiación divina y el vínculo de comunión con toda la Iglesia que se prepara para la nueva gracia bautismal de Pascua.

 

Cuaresma, tiempo de consolidar los compromisos que hemos contraído con Dios, con la Iglesia, con los nuestros más cercanos y que añadiremos interiormente a la renovación pascual de las promesas del bautismo.

 

Cuaresma, tiempo de lucha contra el mal que hay en nuestro interior y el que vemos a nuestro alrededor hasta el punto de que, allí donde no podamos llegar, la identificación con Cristo nos permita participar de su combate hasta el fin de los tiempos.

 

Cuaresma, tiempo de solidaridad y de especial compromiso con los necesitados, para darles no sólo lo que nos sobra o de lo que nos abstenemos, sino también nosotros mismos.

 

Cuaresma, tiempo de hacer de la austeridad nuestra más profunda libertad respecto a los pequeños placeres o distracciones de que nos servimos, pero que también nos pueden esclavizar.

 

Cuaresma, tiempo de esperar con ansia espiritual la santa Pascua, y así entrenarnos a hacer de nuestra vida una identificación con la muerte y resurrección de Cristo.

 

 Padre nuestro, que estás en el Cielo,
durante esta época de arrepentimiento,
ten misericordia de nosotros.
Con nuestra oración, nuestro ayuno y nuestras buenas obras,
transforma nuestro egoísmo en generosidad.
Abre nuestros corazones a tu Palabra,
sana nuestras heridas del pecado,
ayúdanos a hacer el bien en este mundo.
Que transformemos la obscuridad
y el dolor en vida y alegría.
Concédenos estas cosas por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.


martes, 18 de marzo de 2025

 ORACIÓN 19 DE MARZO


La Cuaresma es el tiempo en que nosotros, los cristianos, siguiendo al Señor Jesús, aprendemos a servir, a ofrecer lo mejor que tenemos para que el otro sea feliz. Estamos en Cuaresma, un tiempo para aprender a servir.

 

Aprender a servir, explicando a un compañero el problema que no entiende.

Aprender a servir, no criticando a los demás, sino ayudándoles a mejorar.

Aprender a servir, cumpliendo con nuestras obligaciones.

Aprender a servir, perdonando de corazón a aquellos que nos molestan.

Aprender a servir, pensando siempre en la felicidad de los que están a mi alrededor.

Aprender a servir mostrando un rostro alegre en la monotonía del trabajo cotidiano.

Aprender a servir teniendo una palabra de reconocimiento y estímulo al prójimo por el trabajo bien hecho, el esfuerzo realizado, el triunfo obtenido, la amabilidad demostrada

Aprender a servir mostrando cara de buenos amigos al llegar a casa, aunque el día haya sido duro.

Aprender a servir haciendo un favor prestado, sobre todo a quien no puede devolvértelo

Aprender a servir sufriendo una molestia aceptada de buen grado para proporcionarle a alguien un gusto o evitarle una incomodidad.

Aprender a servir reconociendo con sinceridad de un error cometido, especialmente cuando se le atribuye a otra persona.

Aprender a servir dándole un apretón de manos cálido y amistoso a los que están desanimados.

Para vivir bien esta Cuaresma debemos tener tres herramientas básicas: el ayuno, la limosna y la oración. Pongamos nuestra atención hoy sobre ésta última.

Siempre que hay oración sincera se opera la conversión, pieza clave de la Cuaresma,  aunque posiblemente no a la manera de nuestros deseos, sino de los designios de Aquel que mira en lo escondido.

Francisco de Asís establece también estos criterios en la Carta que escribe a un hermano que tiene serios problemas para llevar adelante la vida de oración a consecuencia de los conflictos que le supone la vida fraterna:

 

“Querido hermano, que el Señor te bendiga.

 

Te digo, como puedo, respecto al caso de tu alma, que todas las cosas que te son obstáculo para amar al Señor Dios y quienquiera que te ponga obstáculo, sea de los hermanos o de cualesquiera otros, aunque te azoten, debes tenerlo por gracia. Y quiérelo así y no otra cosa. Y sea esto para ti verdadera obediencia al Señor Dios y a mí, pues sé firmemente que ésta es verdadera obediencia.

Y ama a los que esto te hacen. Y no quieras de ellos otra cosa, sino lo que el Señor te dé. Y ámalos precisamente en esto, y no quieras que sean mejores cristianos. Y sea esto para ti mejor que vivir en un eremitorio.

Y en esto quiero conocer si amas al Señor y me amas a mí, siervo suyo y tuyo, si procedes así: que no haya en el mundo ningún hermano que, habiendo pecado todo lo que pudiera pecar, se aleje jamás de ti, después de haber visto tus ojos, sin tu misericordia, si es que busca misericordia. Y, si no busca misericordia, pregúntale tú si quiere misericordia. Y, si mil veces volviera a pecar ante tus propios ojos, ámalo más que a mí, para atraerlo al Señor, y ten misericordia siempre con los tales. Y, cuando puedas, comunica a los guardianes que por tu parte estás resuelto a comportarte así.(…)” (CtaM. 1-12)

 

Para terminar esta reflexión de hoy:

Dios y Señor nuestro, acudimos a ti, pidiéndote que nos conviertas a ti, de todo corazón. Haznos pacientes con los que yerran el camino; haznos delicados con los que nadie respeta; haznos sencillos con los que son maltratados; haznos humildes con los que no tienen fuerzas.

Señor, enséñanos a orar, pues nos cansamos enseguida de estar contigo; sin embargo, sabemos que al orar somos más entrega, tenemos más fuerzas, amamos más todos. Haz, Señor, que seamos orantes a corazón abierto, a pie descalzo, con entrega incondicional.

Hoy, Señor, quiero convertirme. Sé que con mis fuerzas no puedo, pero lo quiero, deseo ardientemente cambiar de rumbo. Ir por el camino del amor y el compromiso, en favor siempre de los desheredados de este mundo.

Sabemos, Señor, que tú caminas a nuestro lado y eres cercano cuando la luz se apaga. Rezamos por todos y cada uno de los hombres de nuestro planeta. Haz una tierra nueva llena de amor y paz donde tú seas siempre encontrado en los caminos. Te buscamos Señor, te llamamos siempre, acude en nuestra pobreza.

Sabemos, Señor, que nuestra civilización está herida de muerte, porque se potencian muchas cosas que van contra la vida. No nos dejes solos y tristemente desanimados. Ayúdanos a ser constructores de vida, de una nueva civilización desde el amor a la vida en la nueva ley.

Nos dijiste, Señor, que amásemos todos, a los que nos aborrecen. Tu amor es exigencia total, es un amor que hace bien; amas a fondo perdido todos los enemigos. Gracias por tu ejemplo, por tu amor sin fingimiento, porque eres bueno nos quieres llenar de tu bondad.

Ayúdanos pues Señor, a poner en marcha todas estas reflexiones que hemos compartido en la mañana de hoy y de esta forma avanzar en  el camino de esta nueva cuaresma.


martes, 25 de febrero de 2025

ORACIÓN 26 DE FEBRERO


Tener la vida por delante. Vivir con ilusión, alegría, no tener miedo, estar lleno de fuerza y energía. Buscar, crecer, querer aprender. Estas pueden ser algunas características que definen a los jóvenes. La juventud, ese divino tesoro que desde otras edades se anhela, quizás porque evoca diversión, aventura, no tener límites, no tener grandes preocupaciones. Pero también es tiempo de ir construyendo un futuro, querer cambiar el mundo, caminar paso a paso, crecer en todos los aspectos, ser responsables del futuro que construye, tomar decisiones que determinarán lo que será su vida adulta…

En esta oración queremos traer ante ti a los jóvenes de hoy en día

Señor te pedimos por los jóvenes, que en su búsqueda y alegría se refleje tu Reino

Los jóvenes buscan un futuro estudiando, unos lazos fuertes de amistad y procuran pasar tiempo con sus amigos. Buscan divertirse practicando algún deporte, viajando. Siendo joven también se busca el sentido de la vida y Tú, Dios, ¿dónde estás en todo esto?

El papa francisco se dirigió así a los jóvenes en Rio de Janeiro

“Mirándolos a ustedes en este momento, me hace recordar a la historia de San Francisco de Asís, que mirando al crucifijo escucha la voz que le dice: “Francisco, repara mi casa”. Y el joven Francisco responde con prontitud y generosidad a esta llamada del Señor: “repara mi casa”. Pero, ¿qué casa? Poco a poco se da cuenta de que no se trataba de hacer de albañil y reparar un edificio de piedra, sino de dar su contribución a la vida de la Iglesia; se trataba de ponerse al servicio de la Iglesia, amándola y trabajando para que en ella se reflejara cada vez más el rostro de Cristo. También hoy el Señor sigue necesitando a los jóvenes para su Iglesia. Queridos jóvenes, el Señor los necesita.”

Todos conocemos la siguiente parábola de Jesús

“Ese día Jesús salió de casa y fue a sentarse a orillas del lago. Pero la gente vino a él en tal cantidad, que subió a una barca y se sentó en ella, mientras toda la gente se quedó en la orilla. Jesús les habló de muchas cosas, usando comparaciones o parábolas. Les decía: «El sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, unos granos cayeron a lo largo del camino: vinieron las aves y se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, con muy poca tierra, y brotaron en seguida, pues no había profundidad. Pero apenas salió el sol, los quemó y, por falta de raíces, se secaron. Otros cayeron en medio de cardos: éstos crecieron y los ahogaron. Otros granos, finalmente, cayeron en buena tierra y produjeron cosecha, unos el ciento, otros el sesenta y otros el treinta por uno. El que tenga oídos, que escuche.»

Cuando uno oye la palabra del Reino y no la interioriza, viene el Maligno y le arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Ahí tienen lo que cayó a lo largo del camino. La semilla que cayó en terreno pedregoso, es aquel que oye la Palabra y en seguida la recibe con alegría. En él, sin embargo, no hay raíces, y no dura más que una temporada. Apenas sobreviene alguna contrariedad o persecución por causa de la Palabra, inmediatamente se viene abajo. La semilla que cayó entre cardos, es aquel que oye la Palabra, pero luego las preocupaciones de esta vida y los encantos de las riquezas ahogan esta palabra, y al final no produce fruto. La semilla que cayó en tierra buena, es aquel que oye la Palabra y la comprende. Este ciertamente dará fruto y producirá cien, sesenta o treinta veces más.»

Continúa diciendo el papa Francisco:

“Jesús mismo explicó el significado de la parábola: La simiente es la Palabra de Dios sembrada en nuestro corazón (cf. Mt 13,18-23). Hoy, todos los días, pero hoy de manera especial, Jesús siembra. Cuando aceptamos la Palabra de Dios, entonces somos el Campo de la Fe. Por favor, dejen que Dios y su Palabra, entren en su vida. Dejen entrar la simiente de la Palabra de Dios. Dejen que germine, dejen que crezca. ¡Dios hace todo, pero ustedes déjenlo hacer! Dejen que Él trabaje en ese crecimiento.

… hagamos una cosa, todos en silencio, mirémonos al corazón y cada uno dígale a Jesús  que quiere recibir la semilla, dígale a Jesús ‘mira Jesús  las piedras que hay, mira las espinas,  pero mira este cachito de tierra que te ofrezco para que entre la semilla. En silencio dejamos entrar la semilla de Jesús. Acuérdense de este momento. Cada uno sabe el nombre de la semilla que entró. Déjenla crecer y Dios la va a cuidar.”

Como nos dice el Papa Francisco, Jesús utilizó frecuentemente las parábolas, estas narraciones o relatos simbólicos le dieron mucho juego para poner a sus oyentes y seguidores en contacto con Dios, son un recurso válido para “desentrañar” cómo es y qué quiere el Dios en el que creemos… así básicamente las utilizó Jesús y así podemos usarlas nosotros.

SEÑOR, HAZ DE MÍ UNA PARÁBOLA

 

Señor, haz de mí...

Sal del mundo: que me convierta en gourmet del reino,
añadiendo a la vida de cada día el único ingrediente
que conserva en su totalidad 
todas sus propiedades: Dios. (Mt 5, 13)

Señor, haz de mí...

Luz de las gentes: que nadie pase por mi vida 
sin contemplar el enorme voltaje de paz, 
amistad y amor que Tú has encendido en mí. (Mt 5, 14-16)

Señor, haz de mí...

Cimiento sólido: que las inclemencias y las adversidades de cada día
no permitan echar abajo la gran obra
que Tú estás construyendo en mi vida. (Mt 7, 24-27)

Señor, haz de mí...

Semilla que cae en tierra buena: que tu palabra cale profundamente en mi corazón 
y pueda dar fruto y fruto abundante. (Mt 13, 3-8. 18-23)

Señor, haz de mí...

Trigo en medio de la cizaña: que combata el mal a base de bien,
sin violencia, sin críticas destructivas, 
sin puñetazos encima de la mesa...,
dejando que el Sembrador 
se encargue de la cosecha. (Mt 13, 24-30. 36-43)

Señor, haz de mí...

Grano de mostaza: que, desde el anonimato y los últimos puestos,
pueda contribuir a acercar tu reino entre mi gente
creciendo en sabiduría, prudencia y amor de Dios. (Mt 13, 31-32)

Señor, haz de mí...

Levadura en medio de la masa: que mi vida sea un fermento de buenas obras en medio de mis hermanos. (Mt 13, 33)

Señor, haz de mí...

Tesoro a la vista de todos: que sean muchos los que me encuentren y puedan adquirir, 
a precio de hermano agradecido, 
las maravillas que Tú depositas en mí. (Mt 13, 44)

Señor, haz de mí...

Talento productivo: que jamás entierre los dones 
que Tú me entregas cada día, 
y tenga la valentía y la generosidad suficientes 
para compartirlos con mis hermanos (Mt 25, 14-30)

Señor, Maestro bueno y generoso, 
haz de mi vida una parábola de carne y hueso, 
capaz de transmitir, a través de las acciones y de los acontecimientos de cada día, 
tus enseñanzas a mis hermanos, haciendo de mi corazón, escuela del Reino, 
abierto las 24 horas del día, los 365 días del año.

Dios, dame el día de hoy fe para seguir adelante;
Dame grandeza de espíritu para perdonar;
Dame paciencia para comprender y esperar;

Dame voluntad para no caer;
Dame fuerza para levantarme si caído estoy;
Dame amor para dar;

Dame lo que necesito y no lo que quiero;
Dame elocuencia para decir lo que debo decir;
Haz que yo sea el mejor ejemplo para mis hijos;
Haz que yo sea el mejor amigo de mis amigos;

Hazme fuerte para recibir los golpes de la vida;
Déjame saber qué es lo que tú quieres de mi;
Déjame tu paz para que la comparta con quien no la tenga;

Por último

lunes, 10 de febrero de 2025

 ORACIÓN DEL 12 DE FEBRERO

Te adoramos. Oh, Cristo, en todas tus iglesias que hay en el mundo entero y te bendecimos pues por tu santa cruz redimiste al mundo.



Buenos Días, Señor; Buenos con tu Bondad, y de Día con tu Luz!

Aquí estoy haciendo esta parada ante Ti antes de empezar, al igual que le hace falta silencio a la música antes de comenzar; en tus Manos este Día, que Tú seas el Artista que cree una Bella Canción con mi vida, que Tú seas el Autor que escriba la página de este Día.

Otra vez comienza el Día

Sí, otra vez nos Regalas esta Bendición de Tiempo;

otra vez te pedimos que hagas nuevas todas las cosas;

porque Contigo este “otra vez” es Otra vez;

Contigo es otra vez tu Paz,

otra vez compartir,

otra vez tu Bien repartir,

otra vez el Mal desterrar,

 otra vez Despiertos soñar,

otra vez mirándote luchar,

otra vez en tu Amor triunfar,

otra vez tu Belleza contemplar,

 otra vez en tu Plenitud caminar,

otra vez nuestro corazón a Sonreír,

otra vez Sentir, otra vez Reír, otra vez Vivir!

Señor, Te doy gracias por este día. Te doy gracias porque puedo ver y escuchar esta mañana. Estoy bendecida porque tú eres un Dios de perdón y comprendes, tú has hecho tanto por mí y por otros, soy bendecida porque tú sigues bendiciéndome.

 

Hoy 11 de febrero celebramos la Jornada Mundial del enfermo el amor de Dios manifestado en Cristo resucitado, sigue animando nuestra vida. Hoy los enfermos y sus familias, los profesionales de la salud, tienen un espacio especial, es un día para unirnos a tanto dolor y sufrimiento como hay en nuestro entorno, pero también para decirles que no están solos, que lo mismo que Jesús mostró su cercanía y su preocupación, lo hacemos nosotros como cuerpo asistencial de Dios.

 

En uno de sus mensajes de la  Jornada Mundial del Enfermo, el Papa Francisco afirma que Dios está cerca de los que sufren, a través del encuentro, el don y el compartir. “En el tiempo de la enfermedad, si por una parte experimentamos toda nuestra fragilidad como criaturas, por otra parte, sentimos la cercanía y la compasión de Dios”.

Él no nos abandona y muchas veces nos sorprende con el don de una determinación que nunca hubiéramos pensado tener, y que jamás hubiéramos hallado por nosotros mismos.

 

La enfermedad, asegura, se convierte en ocasión de un encuentro transformador, “en el hallazgo de una roca inquebrantable a la que podemos aferrarnos para afrontar las tempestades de la vida.  “una experiencia que, incluso en el sacrificio, nos vuelve más fuertes, porque nos hace más conscientes de que no estamos solos”. El dolor – añade el Papa - lleva siempre consigo un misterio de salvación, porque hace experimentar el consuelo que viene de Dios de forma cercana y real”.

 

“Sólo de su Pascua nos viene la certeza de que nada, ‘ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios’”. Y de esta ‘gran esperanza’ “deriva cualquier otro rayo de luz que nos permite superar las pruebas y los obstáculos de la vida”, dice Francisco citando a su predecesor Benedicto XVI.

 

El Amor de Dios es un amor efectivo. Nos cambia la forma de ver y la forma de responder. Aunque no podemos ver a Dios, sí podemos ver el efecto de su Amor en las circunstancias de nuestras vidas.

Su Amor se hace visible al darnos cuenta de cómo nos cuida a través de todas las personas que nos han amado. Se hace visible cuando recordamos las veces que hemos sido perdonados de las consecuencias de nuestros pecados y tonterías.

Más que todo, el Amor de Dios se hace visible cuando sentimos que desaparecen nuestros temores, y que se alzan nuestros corazones con nuestro amor y preocupación por los demás. Incluso si nuestras experiencias de ser amados han sido a veces decepcionantes, existe en nuestro ser profundo, siempre vivo, siempre anhelante, el Espíritu de Amor, el Espíritu de Dios, que continúa creándonos y sosteniéndonos.

Dios es Amor. Él nos ha amado desde el principio.

Hemos estado reflexionando sobre el Amor de Dios, convencidos de que podemos y debemos transmitir este amor a nuestros enfermos, entonamos la siguiente oración.

Deus caritas est,
Dios es amor.
 
Tú, Padre, nos has amado tanto,
lo hemos experimentado a lo largo de la Historia:
en Egipto, en Israel, en la Cruz,
en nuestras vidas.
 

A veces la enfermedad pretende
arrebatarnos esta increíble experiencia,
otras veces, es la ocasión para vivirla.
 
También hoy sigo sintiendo tu Amor,
en tantos acontecimientos,
en tantas experiencias,
en tantas personas.
 
Un amor que no me deja indiferente:
me empuja también a mí a Amar,
a amar en dos direcciones:
a Ti y al hermano.
 
Dame tu Espíritu, Señor,
para amar siempre como Tú:
mirar como Tú, servir como Tú,
entregarme como Tú.
 
Con los enfermos,
pero también cuando a mi me toque
la enfermedad o el sufrimiento.
 
Que tu Amor me contagie y penetre,
para llegar a decir también yo:
«ya no soy yo, es Cristo quien ama en mí».
 
Gracias, Señor, por tu Amor,
gracias por tu Caridad.
 

Señor,
Hazme un instrumento eficaz
De tu misericordia.

Señor, bendice mi mente
Para que no sea indiferente ni insensible,
Sino solicita a las necesidades.
De mi prójimo enfermo.

Señor, bendice mis ojos
Para que reconozca en el que sufre
Tu rostro, y me conduzcan
A la luz y tesoros interiores.

Señor, bendice mis oídos
Para que oigan las voces que suplican escucha.
Y respondan a los mensajes
De quien no sabe expresar con palabras. .

Señor, bendice mis manos
Para que no permanezcan cerradas ni frías,
Sino, que transmitan calor y cercanía
Hacia quien necesita una presencia amiga

Señor, bendice mis labios
Para que no pronuncien frases vacías,
Sino, que expresen comprensión y gentileza
Que nace de un corazón que ama.





domingo, 2 de febrero de 2025

ORACIÓN 5 DE FEBRERO

Te adoramos. Oh, Cristo, en todas tus iglesias que hay en el mundo entero y te bendecimos pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

Como cada año, celebramos en el colegio la Jornada Nacional de Manos Unidas Campaña contra el hambre. Bajo el lema “Compartir es nuestra mayor riqueza” La desigualdad creciente es el mayor reto al que se enfrenta hoy la humanidad. Implica la exclusión o discriminación en las oportunidades de vida, es permanente y estructural, y supone un profundo deterioro en las condiciones de vida digna de las personas. Además, atenta contra todos los derechos humanos que garantizan una vida verdaderamente humana, como son el trabajo digno, la alimentación, el agua y el saneamiento, la vivienda, la salud, la educación, la participación o un medio ambiente saludable. Y afecta, sobre todo, a los países más empobrecidos del Sur global.

La «Economía de Francisco» es un movimiento inspirado por el papa Francisco que busca promover un modelo económico más justo, inclusivo y sostenible, en respuesta a los problemas globales como la desigualdad, la pobreza y el deterioro ambiental. Toma su nombre en honor a san Francisco de Asís, quien simboliza una vida sencilla, la justicia social y el respeto por la naturaleza.

Reflexionemos ahora sobre los 12 puntos de la economía de Francisco:

Una economía… ...de paz y no de guerra.

Una economía… ...donde el cuidado sustituya al descarte y la indiferencia

Una economía… ..al servicio de la persona, de la familia y de la vida, respetuosa de cada mujer, hombre, niño, anciano, y sobre todo de los más frágiles y vulnerables.

Una economía… ...que no deja atrás a nadie, para construir una sociedad en la cual las «piedras» que la mentalidad dominante descarta, se vuelvan «piedras angulares».

Una economía… que reconozca y tutele el trabajo digno y seguro para todos, especialmente para las mujeres

Una economía… que asume el cuidado de la creación y no la saquea

Una economía… ...que sepa valorizar y preservar las culturas y tradiciones de nuestros pueblos, todas las especies vivientes y los recursos naturales de la Tierra.

Una economía… ...que combata la miseria en todas sus formas, que reduzca las desigualdades y sepa decir con Jesús y Francisco «dichosos los pobres»

Una economía… donde las finanzas sean amigas y aliadas de la economía real y del trabajo, y no estén en su contra.

Una economía… .que cree riqueza para todos, que genere alegría y no solo  bienestar, porque una felicidad que no se comparte es una felicidad incompleta.

Una economía… .que se opone a la proliferación de las armas, especialmente las más destructivas.

Una economía… guiada por la ética y abierta a la trascendencia.

 

En el colegio, animados por nuestros chicos de Prejufra, también queremos  unirnos con nuestras pequeñas aportaciones a esta Campaña y por eso este miércoles nos unimos a ellas desde la oración, para que el Señor nos ilumine y nos ayude a llevar a buen término esta campaña y nos enseñe a compartir lo que tenemos

Señor, enséñame a compartir lo que tengo

Señor, tal vez no tenga muchas cosas para dar,
pero he recibido muchos dones
para compartir con los demás.
Enséñame a no ser egoísta,
a pensar primero en los demás
y a compartir con alegría.
Enséñame a compartir
lo que soy y lo que tengo.
Que no me apegue
a mis cosas y me las guarde,
sino que aprenda a ofrecerlas,
para que todos puedan disfrutar con lo que he recibido.


Señor, tengo mucho para dar,
y lo que tengo se puede multiplicar si lo comparto.
Jesús, cambia mi corazón
y que comparta lo que tengo
porque dando se recibe
y compartiendo se descubre
tu presencia en nuestro corazón.

        

Te pedimos Señor, que haya bocas que pregonen tu voz,

ojos de creyentes que vean las  necesidades de  los hermanos,

pies valientes que vayan donde nadie va,

corazones que se entreguen a los que nadie se entrega

y de este modo crezca la generosidad entre los creyentes

para que llegue tu Reino de Justicia a todos los rincones de la tierra

 

Terminamos nuestra oración de hoy escuchando la oración de Manos Unidas

Que seamos, Señor, manos unidas

en oración y en el don.

Unidas a tus Manos en las del Padre,

unidas a las alas fecundas del Espíritu,

unidas a las manos de los pobres.

 

Manos del Evangelio,

sembradoras de Vida,

lámparas de Esperanza,

vuelos de Paz.

 

Unidas a tus Manos solidarias,

partiendo el Pan de todos.

Unidas a tus Manos traspasadas

en las cruces del mundo.

Unidas a tus Manos ya gloriosas de Pascua.

 

Manos abiertas, sin fronteras,

hasta donde haya manos.

Capaces de estrechar el Mundo entero,

fieles al Tercer Mundo,

siendo fieles al Reino.

 

Tensas en la pasión por la Justicia,

tiernas en el Amor.

 

Manos que dan lo que reciben,

en la gratuidad multiplicada,

siempre más manos,

siempre más unidas.

 

 

 


martes, 28 de enero de 2025


ORACIÓN 29 DE ENERO

Te adoramos. Oh, Cristo, en todas tus iglesias que hay en el mundo entero y te bendecimos pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

Cada año, desde 1964, el día 30 de enero se celebra el Día Escolar de la No violencia y la Paz (DENIP) en conmemoración del día en el que murió Gandhi. Un hombre que, con su lucha pacífica y sus acciones de no-violencia, consiguió que la independencia de la India, su país natal, se hiciera realidad. También se conmemora la muerte de otro pacifista, Martin Luther King, que también fue asesinado al igual que Gandhi y del que aprendió que la resistencia pacífica era el arma más potente en manos de los oprimidos que luchaban por su libertad.

El mensaje del DENIP es bien sencillo: El amor universal es mejor que el egoísmo. La no-violencia es mejor que la violencia. La paz es mejor que la guerra.

 Como centro cristiano mañana nos uniremos a los principios inspiradores del DENIP. Nuestra fe en el Dios de la Paz, de la Misericordia y del Perdón, nos convoca cada día a ser constructores de la Paz, de esa Paz que sólo Dios sabe dar. Por ello, vamos a preparar nuestros corazones escuchando y reflexionando  sobre los siguientes testimonios de personajes que han trabajado por la Paz:

 Jesús de Nazaret: “Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra” (Mt 5,4) “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,9). “Habéis oído que se dijo Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo: no os resistáis al mal y si alguno os abofetea en la mejilla, dale también la otra (Mt 5,38-40). “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen y orad por los que os persiguen” (Mt 5,44)

 Teresa de Calcuta: “Lo que importa es la persona… Creo en el acercamiento de la persona a la persona. El amor es un fruto que se da en cualquier estación. La enfermedad más grande no es la lepra, sino el sentimiento de no ser aceptado… El azote más duro es el del olvido del prójimo, sobre todo, si consideramos que el prójimo es Dios”.

 Martin Luther King: “Sueño que llegará el día en que los hombres se elevarán por encima de sí mismos y comprenderán que están hechos para vivir juntos, en hermandad”. Todavía sueño en aquella mañana de navidad, que llegará el día en que todas las personas de color del mundo serán juzgadas por el contenido de su personalidad y no por el color de su piel: que cada hombre respetará el valor y la dignidad de la persona humana”

Gandhi en su oración  

 Señor: Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes

 Y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.

Si me das fortuna, no me quites la razón. 

Si me das éxito, no me quites la humildad. 

Si me das humildad, no me quites la dignidad.

Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla,

no me dejes acusar de traición a los demás por no pensar igual que yo.

Enséñame a querer a la gente como a mí mismo

y a no juzgarme como a los demás.. 

No me dejes caer en el orgullo si triunfo, 

ni en la desesperación si fracaso.

Más bien recuérdame

que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo. 

Enséñame que perdonar es un signo de grandeza

Y que la venganza es una señal de bajeza.

Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso. 

Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme 

y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.

¡Señor... si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí!

 También nosotros debemos reflexionar sobre nuestro entorno donde vemos cientos de actitudes violentas que debemos denunciar….

 GUERRAS, que representan el empleo de la fuerza en lugar de la razón entre los pueblos y hace que mueran personas inocentes, incluso niños y jóvenes.

 TERRORISMO, que es el empleo del asesinato como argumento en lugar de la palabra. ¿Qué derecho tienen los terroristas sobre la vida de nadie?

 VIOLENCIA DOMÉSTICA, que destruye a las familias.

 VIOLENCIA CALLEJERA, que es una falta de respeto hacia la sociedad.

 ODIO, RENCOR, ENVIDIA, MENTIRA..., que muchas veces se dan entre nosotros mismos, que nos embrutecen y nos hacen infelices.

 RACISMO, que trata a las personas de forma diferente porque sean de distinto color o de distinta clase social olvidando que todos somos iguales ante Dios y ante las personas.

 Por todos estos pensamientos invocamos a Dios con el siguiente PADRE NUESTRO PARA LA PAZ

 PADRE, que miras por igual a todos tus hijos a quienes ves enfrentados.

 NUESTRO, de todos, de los 5000 millones de personas que poblamos la tierra, sea cual sea nuestra edad, color…

 QUE ESTÁS EN EL CIELO y en la tierra, en cada hombre, en los humildes y en los que sufren.

 SANTIFICADO SEA TU NOMBRE, pero no con el estruendo de las armas, sino con el susurro del corazón.

 VENGA A NOSOTROS TU REINO, el de la paz, el del amor.

 HAGASE TU VOLUNTAD, siempre, en todas partes. Que tus deseos no sean obstaculizados por los hijos del poder

 DANOS EL PAN DE CADA DIA que está amasado con paz, justicia y amor.

 DÁNOSLE HOY porque mañana puede ser tarde; los misiles están apuntando y quizás algún loco quisiera disparar.

 PERDÓNANOS, no como nosotros perdonamos, sino como Tú perdonas, sin lugar al odio y al rencor

 NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN de almacenar lo que nos diste, de acumular lo que otros necesitan, de mirar con recelo al de enfrente.

 LÍBRANOS DEL MAL que nos amenaza, de las metralletas, de los misiles, de los millones de toneladas de armas, porque somos muchos, Padre, los que queremos VIVIR EN PAZ. AMEN

 Padre Dios, desde nuestra ilusión por vivir, hoy queremos pedirte que nos concedas el don de la paz. Que nos regales actitudes de tolerancia, respeto, y ante todo misericordia y perdón.

Ayúdanos cada día a ser portadores de paz, que nuestra vida sea signo y testimonio de concordia y de saber convivir en el colegio, en nuestra familia y en la sociedad

 Y no podemos terminar la oración de hoy sin recordar la oración de la paz inspirada en nuestro Padre San Francisco…

 SEÑOR, HAZ DE MÍ UN INSTRUMENTO DE TU PAZ 

DONDE HAYA ODIO, PONGA AMOR. 

DONDE HAYA OFENSA, PONGA PERDÓN. 

DONDE HAYA DISCORDIA, PONGA  UNIÓN. 

DONDE HAYA DUDA, PONGA FE. 

DONDE HAYA ERROR, PONGA YO VERDAD. 

DONDE HAYA DESESPERACIÓN, PONGA YO ESPERANZA. 

DONDE HAYA TRISTEZA, PONGA YO ALEGRÍA. 

DONDE HAYA  TINIEBLAS, PONGA YO  LUZ. 

MAESTRO, HAZ QUE YO NO BUSQUE TANTO 

SER CONSOLADO, SINO CONSOLAR;

SER COMPRENDIDO, SINO COMPRENDER;

SER AMADO, SINO AMAR. 

PORQUE ES DANDO, COMO SE RECIBE. 

ES PERDONANDO, COMO SE ES PERDONADO. 

ES MURIENDO, COMO SE RESUCITA A LA VIDA ETERNA. 

 Amén