Venimos ante ti, Señor, desde nuestra búsqueda, desde
nuestra ignorancia, desde nuestras dudas. Acéptalas, Señor, como nuestra
ofrenda de hoy, la única que podemos hacerte, la única que sabemos.
Te manifestamos nuestro deseo de encontrarte, nuestra voluntad
de buscarte. Ayúdanos. Ven en socorro de nuestra debilidad, de nuestra
ignorancia.
Danos, Señor, el don de intuirte a través de los símbolos
que Tú nos das. Haz que evoquen en nosotros tu presencia, que nos lo hagan
percibir, experimentar, vivir...
Sabemos, Señor, que estás empeñado en encontrarnos, en
que te encontremos. Condúcenos Tú hasta que seas la experiencia más viva de
nuestro corazón. Entonces, Tú seguirás conduciéndonos.
«Renueva, Señor, nuestro corazón»
Ayúdanos a corregir nuestros fallos, nuestra pereza, la
apatía que a veces aparece en nuestras
vidas.
«Renueva, Señor, nuestro corazón»
Que sepamos descubrir tu presencia en cada acontecimiento
de nuestros días.
«Renueva, Señor, nuestro corazón»
En los ambientes donde me muevo siempre hay alguien que,
aunque no esté necesitado de dinero, sí que lo está de calor humano.
«Renueva, Señor, nuestro corazón»
Muchos te han olvidado, Señor,. Muchos viven su fe de
forma superficial, sin implicarse demasiado. En esta sociedad donde hacen falta
los cristianos comprometidos que lo den todo por el evangelio.
«Renueva, Señor, nuestro corazón»
Todos buscamos la felicidad. Todos nos lanzamos a su
conquista, pero no todos encuentran el lugar donde habita. Sin embargo, Señor,
nosotros sabemos que se la puede encontrar en el servicio, la gratuidad, la
generosidad, la entrega... En el amor.
Vengo aquí, mi Señor a olvidar las prisas de mi vida,
ahora sólo importas tú, dale la paz a mi alma.
Vengo aquí, mi Señor, a encontrarme
con tu paz que me serena,
ahora sólo importas tú, dale la paz a mi alma.
Vengo aquí, mi Señor, a que en mí lo transformes todo en
nuevo,
ahora sólo importas tú, dale la paz a mi alma.
Vengo aquí, mi Señor, a pedir que me enseñes tu proyecto,
ahora sólo importas tú, dale la paz a mi alma.
Aquí estoy, Jesús amigo: quiero encontrarme y sólo desde
ti me encontraré; dame conocimiento de mí mismo a la luz de lo que eres Tú;
Una fortuna sin saberlo
Un día bajó el Señor a la tierra en forma de mendigo y se
acercó a casa de un zapatero pobre y le dijo: "Hermano, hace tiempo que no
como y me siento muy cansado, aunque no tengo ni una sola moneda quisiera
pedirte que me arreglaras mis sandalias para poder seguir caminando".
El zapatero le respondió: "¡Yo soy muy pobre y ya
estoy cansado que todo el mundo viene a pedir y nadie viene a dar!". El
Señor le contestó: "Yo puedo darte lo que tú quieras". El zapatero le
preguntó: "¿Dinero inclusive?". El Señor le respondió: "Yo puedo
darte 10 millones de dólares, pero a cambio de tus piernas". "¿Para
qué quiero yo 10 millones de dólares si no voy a poder caminar, bailar, moverme
libremente?", dijo el zapatero.
Entonces el Señor replicó: "Está bien, te podría dar
100 millones de dólares, a cambio de tus brazos". El zapatero le contestó:
"¿Para qué quiero yo 100 millones de dólares si no voy a poder comer solo,
trabajar, jugar con mis hijos?".
Entonces el Señor le dijo: "En ese caso, yo te puedo
dar 1000 millones de dólares a cambio de tus ojos". El zapatero respondió asustado: "¿Para
qué me sirven 1000 millones de dólares si no voy a poder ver el amanecer, ni a
mi familia y mis amigos, ni todas las cosas que me rodean?". Entonces el
Señor le dijo: "Ah hermano mío, ya ves qué fortuna tienes y no te das
cuenta".
Señor te doy gracias por lo que soy, por lo que tengo.
Señor, gracias por la semilla del amor que has puesto en
cada uno de nosotros.
Aunque no me suela dar cuenta de tantas y tantas cosas.
Hoy señor te ofrezco mi trabajo y mi esfuerzo.
Porque hoy si sé lo que soy y lo que tengo.
Gracias, Señor.
Amen.