El Jardín de San Francisco

El Jardín de San Francisco

miércoles, 15 de febrero de 2017



Buenos días.
Son las …
¿Habéis tenido un bonito despertar?
¿Ya os han sacado una sonrisa?
¿Os han dado los buenos días?
¿Los has dado tú? ||

Ayer fue 14 de Febrero, el tan conocido día de San Valentín y… como cada año pasadas las 12 de la noche parece que se nos ha pasado el hechizo… que todo ha vuelto a la “normalidad”.
¿Hoy ya no tenemos la necesidad de decirle a los que tenemos a nuestro lado que les queremos?
¿Hoy están mal visto los abrazos o las rosas a la llegada de una intensa jornada?
¿Hoy han perdido valor los “te quiero” a cualquier hora, en cualquier sitio?
 ¿Solo seguimos a nuestro corazón cuando la sociedad nos lo exige?
¿De qué está hecho nuestro corazón? |

El corazón es el lugar de los sentimientos, afectos, deseos y amores.
Jesús ora desde el corazón.
¿Pero nosotros tenemos el corazón preparado?
¿Preparado para querer?
¿Preparado para la vida?
¿Preparado para Dios?

No sé si vosotros pero la gran mayoría tenemos el corazón duro por múltiples motivos: carencias, desamores, heridas, frustraciones, rechazos…
Necesitamos que Dios arranque nuestro corazón de piedra y nos regale un corazón de carne que nos ayude a amarle a él y a nuestros hermanos.

¿Amas tú a Dios de corazón o lo haces por imposición?

¿Qué cosas te atan?
¿Puedes estar sin móvil?
¿Sin Wifi?
¿Reclamas tu tiempo libre?
¿A qué te crees con derecho?
Son preguntas necesarias para no poner algo de eso entre los demás y tú; entre los demás y Dios.
Nos impiden darles el tiempo que se merecen.

El corazón se puede inclinar hacia el bien o hacia el mal.
Piensa en qué necesitas, cómo te gustaría que Dios te modelara tu corazón para amar bien y no sufrir a lo tonto.|

Hace un tiempo me contaron la siguiente historia que no me dejó indiferente:
Dos hombres, ambos muy enfermos, ocupaban la misma habitación de un hospital. A uno se le permitía sentarse en su cama cada tarde, durante una hora, para ayudarle a drenar el líquido de sus pulmones. Su cama daba a la única ventana dela habitación. El otro hombre tenía que estar todo el tiempo boca arriba. Los dos charlaban durante horas. Y cada tarde, cuando el hombre de la cama junto a la ventana podía sentarse, pasaba el tiempo describiendo a su vecino todas las cosas que podía ver desde la ventana.
El hombre de la otra cama empezó a desear que llegaran esas horas, en que su mundo se ensanchaba y cobraba vida con todas las actividades y colores del mundo exterior. La ventana daba a un parque con un precioso lago. Grandes árboles adornaban el paisaje, y se podía ver en la distancia una bella vista de la ciudad. El hombre de la ventana describía todo esto con un detalle exquisito, el del otro lado de la habitación cerraba los ojos e imaginaba la idílica escena.
Pasaron días y semanas. Una mañana, la enfermera de día entro con el agua para bañarles, encontrándose el cuerpo sin vida del hombre de la ventana, que había muerto plácidamente mientras dormía. El otro hombre pidió ser trasladado a la cama al lado de la ventana. Lentamente, y con dificultad, el hombre se irguió sobre el codo, para lanzar su primera mirada al mundo exterior. Se esforzó para girarse despacio y mirar por la ventana al lado de la cama... y se encontró con una pared blanca.
El hombre pregunto a la enfermera que podría haber motivado a su compañero muerto para describir cosas tan maravillosas a través de la ventana. La enfermera le dijo que el hombre era ciego y que no habría podido ver ni la pared, y le indico: "Quizás solo quería animarle a usted". |||

Piensa en lo que hizo ese hombre para hacer un poco más fácil la vida de su compañero de habitación. ¿Seríamos nosotros capaces de hacer lo mismo por alguien?

No podemos pasar por la vida sin dejar huella.
Es importante vincularnos a lo que tenemos al lado, como hermanos.
Haz la prueba.
Mira al que tienes ahora mismo a tu lado y da gracias a Dios por él.

Por último imaginemos que el amor es como una cajita; en ella se sacan y se ponen cosas...
Todos tenemos una cajita.
Cuando damos amor, lo sacamos de nuestra cajita y lo colocamos en la cajita del otro.
Cuando se recibe amor, se saca de la cajita del otro y se coloca en la nuestra.
Si solo se recibe y no se da, la cajita se llena y nadie más consigue darte amor.
Si solo se da, llega un momento que se acaba el tuyo.
Por eso en la vida es importante dar y recibir amor. No siempre aquel que recibe de nosotros es quien nos lo da. Ni siempre damos de quien recibimos. Pero siempre estamos haciendo cambios y reciclando nuestro amor.

No dejes que tu cajita se vacíe, ni dejes que tu cajita se llene.
Aprende a dar y a recibir.
Coloca amor en todo lo que haces, desde que te levantas hasta que te acuestas, en el trabajo, en el colegio, en casa...
Las cosas, los detalles hechos con amor tienen otro sabor, tanto para quien lo hace como para quien recibe.
Coloca amor en tu sonrisa por la mañana.
Coloca amor en los buenos días.
Coloca amor en los detalles del día.
Coloca amor en las pequeñas cosas, y en las grandes también. Y verás que tu vida se llenará de luz aunque no sea 14 de febrero.
Sal ahí fuera y haz que los demás también tengan un buen día; que sea un día especial.
Os invitamos a que empieces dándole los buenos días con la mayor de tus sonrisas o un abrazo a alguien que tus creas que se lo merece o que lo necesita. Con un simple detalle conseguirás que el día tenga otro color. Buen día a todos.